domingo, 9 de agosto de 2009

El convento de la Trinidad y el cine Ochoa. Marbella (SUR)

RECONQUISTADA la ciudad de manos musulmanas, se procedió al reparto de sus tierras y casas entre aquellos a quienes se quería recompensar, por sus servicios de armas, y repobladores venidos 'ex professo'. En el reparto se tuvo en cuenta la necesidad espiritual de la nueva población, fundándose dos iglesias (Santa María de la Encarnación y Santiago) y una capilla dedicada a Santa Catalina, que fue otorgada al ermitaño fray Guillermo de Tolosa en tanto se decidía la orden religiosa más apropiada para la fundación de un convento. Hecho este que ocurrió en el año de 1500 y fray Guillermo entregó la dicha capilla a la Orden Trinitaria, edificándose convento con iglesia. Durante el siglo XVIII los cenobios trinitarios entraron en crisis, abocando al cierre de muchos de ellos y a la disminución del número de sus frailes. El de Marbella quedó en este segundo caso.

La mala administración de nuestro país llevó al Gobierno a emitir Títulos de la Deuda, cuyo rendimiento se hacía penosísimo. Para ello se decidió desamortizar numerosísimas fincas y edificios que nada rendían, puesto que estaban en poder de 'manos muertas', al objeto de allegar fondos para el pago de la Deuda; a la par de que entraran a contribuir al Fisco y la posibilidad, a su vez, de que éstas posesiones pasaran al mercado libre, viabilizando una redistribución al facilitar el acceso a la propiedad de pequeños labradores y colonos (ni que decir tiene que esto no ocurrió así).

Este fue el fin al que se destinó el convento de la Trinidad. Desalojado de frailes, en cumplimiento de la ley promulgada en octubre de 1837, sobre la incautación de joyas y alhajas al clero, fueron llevados a la Casa de la Moneda de Sevilla numerosos objetos litúrgicos y de exorno del monasterio. Posteriormente, el 7 de noviembre de 1843, mediante 'venta judicial', se adjudicó el edificio al vecino de Marbella Antonio Hormigo, cuyos herederos lo fueron vendiendo a 'trozos'. Así, el 24 de diciembre de 1863, el teniente coronel José Trujillo Celani se hizo con la iglesia del cenobio; a su muerte, acaecida el 17 de septiembre de 1872, le heredó su esposa Luisa Quijada Rosado que disfrutó de la propiedad hasta el 21 de enero de 1926, fecha en que la vendió a Rafael Ochoa Alcázar quien puso en funcionamiento el que fue denominado 'Cine Ochoa'.

En el documento de compraventa se insertó esta condición: 'Si, como es propósito del comprador, éste construyera teatro o sala de espectáculos públicos sobre el solar que adquiere, se obliga a reservar a favor de doña Luisa Trujillo Quijada, vitaliciamente, dos localidades de butaca para todas las funciones que se celebren'.

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