El autor del Palmeral de las Sorpresas admite que cuando la Junta anunció la eliminación de la verja no hubo consulta alguna con él · Subraya que el verdadero problema de conexión radica en el Paseo de los Curas
SEBASTIÁN SÁNCHEZ / MÁLAGA | ACTUALIZADO 27.07.2010 - 08:32-¿Le ha sorprendido la polémica suscitada en torno a la verja?
-Sorpresa sí, claro, porque cuando una cosa no está terminada y faltan por tomar decisiones... Pues, sí un poco de sorpresa. He visto lo que estaba pasando por los medios de comunicación.
-El proyecto del Palmeral de las Sorpresas fue aprobado en 2005 con los parabienes del Ayuntamiento y la Junta. ¿Cómo se buscaba romper la frontera entre el puerto y la ciudad?
-El problema no es sólo tomar la decisión de devolver los muelles obsoletos a la ciudad; la ciudad tiene que tomar decisiones. El Puerto y la Junta llegan hasta un límite, que es donde empieza la responsabilidad de la ciudad. El palmeral en sí mismo no soluciona todas las expectativas tan fantásticas que puede tener Málaga de abrirse a su mar, a su puerto... Entiendo que el Puerto ha cedido su espacio, ha encargado proyectos; la Junta ha invertido dinero, y ahora vamos a terminar una obra y falta conectarla con la ciudad. Es así de sencillo y así de complejo.
-La asignatura pendiente, por tanto, es resolver esa conexión.
-¿Cómo se quiere fundir esa conexión? Porque hay que llegar a este espacio nuevo, que busca ser público, un jardín donde la gente pueda ir, donde los niños puedan jugar, que será como una plaza asomada al mar. Donde está el problema es en el gran tráfico que tiene el Paseo de los Curas. Si sigue siendo una autopista el problema es complicado. Esa decisión la tienen que tomar los técnicos, los ciudadanos y los políticos.
-O sea que con independencia de quitar o no la verja, el gran escollo es el Paseo de los Curas.
-Pero si es que la verja no influye en nada. Los ciudadanos tienen un ansia de poder volver a acceder a sus muelles y entonces encuentran eslóganes. Pero la verja en realidad no impide en absoluto el paso. Y más que tirarla habría que sustituirla por otra, porque no se puede dejar a los niños jugando, a la gente que de pronto se asome o caiga por unas escaleras a una vía rápida de seis carriles. Mi responsabilidad me hace muy difícil que no haya ahí una valla. Pero el problema no está ahí, sino en cómo conectar desde la Plaza de la Marina y por esa vía de tráfico. Cuando me preguntan por esto pienso en lo difícil que debió ser para el alcalde la operación de Larios.
-¿Cuál sería la solución ideal?
-Sería una frivolidad decir cuál es la solución, porque hay que estudiar el tráfico, las alternativas y explicar a los ciudadanos que reducir o quitar el tráfico tiene una repercusión. Nada es gratis. Lo que creo es que todas las ciudades lo han resuelto de un modo u otro y han conseguido fundir la ciudad con los muelles. En algunos casos se ha soterrado el tráfico, en otras se ha semisoterrardo, otras han optado por domesticarlo. Lo importante es enfrentarse a ello. La verja se quita, el Palmeral seguirá siendo igual, pero el problema de la ciudad seguirá siendo el mismo, seguirá incomunicada. Yo optaría por esperar a ver cómo funciona todo esto. Verlo con tranquilidad. Y mientras debe haber una urgencia brutal en decidir qué hacer con el Paseo de los Curas y la Plaza de la Marina.
-En su proyecto se preveían varias conexiones...
-Había una solución de unir el puerto con la ciudad mediante la alfombra desde la Plaza de la Marina y un paso en medio del parque, con una conexión muy potente. Era una conexión a ras del parque y del palmeral. Proponíamos una especie de badén, creando como una plaza elevada, de unos 30 metros de ancho, con un pavimento diferente. Con ello, los coches se encontrarían con la obligación de tener que subir 80 centímetros. Eso obliga a frenar y reducir la velocidad. La idea es que el coche tenga la sensación de que sube a un espacio peatonal.
-¿La Junta ha contactado con usted en este tiempo?
-He estado desconectado, pero no, no...
-Cuando anuncian su intención de eliminar la verja, usted ¿tenía conocimiento?
-No. Pero aunque me hubiesen llamado tampoco me hubieran encontrado.
-Llama la atención que diga que si se tira la verja habrá que sustituirla por otra.
-Sí, claro. No creo que la Junta hable de quitarla y no poner ninguna. En el proyecto que tenemos contratado hay una valla pequeñita, como una jardinera. Pero optamos por mantener la verja, que es memoria histórica de la ciudad. Tomé esa decisión porque me parecía positivo guardar cosas que no te impidan dar un paso adelante. Que se quiere quitar y tirar... Lo tienen que decidir los malagueños y sus autoridades.
-Pero como autor del proyecto, ¿aconseja la solución de rampa o escaleras?
-El palmeral es un jardín, una plaza, un sitio de estancia, donde se prevé que haya bullicio. Y en una plaza que se asoma a una calle de cinco carriles me parece que es un riesgo dejar unas escaleras... Que no se quiere poner ninguna valla, yo lo desaconsejaré por seguridad. Que se quiere poner unas escaleras que salgan directamente a los carriles o a una acera un poco más ancha, yo lo desaconsejaré, pero yo soy un técnico al que contratan y tengo que hacer caso a la propiedad... Al final, si la verja hay que quitarla, hay que quitarla. Puedo explicar por qué la manteníamos... Pero creo, a modo de conclusión, que si la historia de la verja, que no debe ser la protagonista, sirve para enfrentarse a la mejor solución posible para fundir el puerto con su ciudad, bienvenido sea. Pero recomiendo paciencia y urgencia en pensar...
-¿Qué le ha parecido la propuesta de modificar nuevamente el Plan Especial del Puerto?
-Dos cosas. Primero, se habla de supermercado o edificio en altura. Lo primero es que la gente tendría que estudiar el documento que existe, que está pensado para que entre un centro cultural, para que tenga entre seis y nueve metros de altura libre, cuando se ha dicho por ahí que no entra esa altura. El plan explica cómo se funde la ciudad en la esquina con unas rampas asomándose al puerto. Habrá que hacer una relectura más precisa del plan, porque tiene posibilidades de acoger sin problema un centro cultural, con dependencia de para qué sirva. Y había unas zonas comerciales. Siempre soy partidario de que lo importante es el espacio público, cómo está diseñado, y que los volúmenes que se hagan estén bien hechos, con buenos materiales. ¿Qué pasa dentro? Sinceramente, me es igual. La vida va poniendo a los edificios en su sitio. Lo importante es que sean buenos y no hieran al espacio público.
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