lunes, 5 de julio de 2010

MALAGA. Metamorfosis estancada. (MALAGAHOY)

Más allá de la polémica suscitada por el supermercado proyectado en la ‘esquina de oro’, el Plan Especial del Puerto dibujaba una amplia operación de integración a la ciudad que sigue sin ser realidad

SEBASTIÁN SÁNCHEZ | ACTUALIZADO 05.07.2010 - 07:08
3.000 años de historia concentrada en el puerto de Málaga. Tres milenios en los que todas y cada una de las civilizaciones asentadas sobre la urbe han puesto su mirada en los terrenos situados a orillas del mar. Un lapso de tiempo que, con el transcurso de los siglos, ha despertado el deseo ciudadano por ocupar de forma pacífica esos suelos y reconvertirlos en escenarios de disfrute y ocio. El fenómeno, extensible a otros muchos puertos nacionales e internacionales, es objeto de análisis en Málaga desde veinte años atrás, hasta el punto de que tras constantes vaivenes y cambios de rumbo, el foco de luz acabó por centrarse, allá por el año 1998, en una ambiciosa intervención que buscaba, justamente, abrir a la ciudad buena parte de los suelos portuarios. Pero la ansiada metamorfosis, la anhelada transformación, sigue pendiente, sigue incompleta.

En unas semanas donde los interrogantes y las sombras se han vuelto a cernir sobre el puerto, con los usos comerciales contemplados en el muelle del Paseo de la Farola como objeto de polémica y con un supermercado como gran protagonista, cabe preguntarse en qué situación se encuentra el manoseado y eternamente modificado Plan Especial del Puerto. El documento, firmado por el arquitecto Alfonso Peralta, permitió dibujar sobre los diferentes muelles una serie de instalaciones con las que sobrepasar la frontera del pasado, del puerto tradicional, y abrirse, entre otras, a las industrias turísticas. Muestra de ello es la estación marítima que se yergue en la zona de Levante como icono del nuevo modelo de puerto, que comparte escenario con los cientos de contenedores que se agolpan en el muelle 9.

El rápido avance de esa edificación contrasta con la demora que acumulan las otras apuestas: los locales comerciales, los edificios de oficinas, los atraques deportivos... Mención especial merece lo que desde hace cinco años viene ocurriendo con el proyecto del muelle 1. De teorizarse sobre la necesidad de convertir esta franja, de 58.000 metros cuadrados, en una prolongación del centro histórico que elevase cualitativamente la oferta de ocio y restauración de la capital, se ha pasado a discutir sobre la idoneidad o no de fijar un supermercado de Carrefour en la conocida esquina de oro.

El impacto del debate ha provocado una oleada de crítica y oposición difícilmente comparable con algún otro fenómeno en la ciudad, si acaso con el movimiento que la propuesta de Chelverton de construir unos multicines en el muelle 2 generó hace años. Pero si bien en aquel entonces la reacción tanto del Ayuntamiento como del Puerto fue la de asumir la denuncia ciudadana y transformar la idea original, ahora, el discurso de ambos organismo se ha rebajado. Mientras Enrique Linde sigue meditando sobre si el súper atiende la exigencia de que la oferta de la concesionaria, Iniciativas Marina de la Farola, sea media-alta, el alcalde, Francisco de la Torre, modifica tanto su mensaje como cambios tiene el plan en su historia. De decir que no es el espacio adecuado para un local de estas características, pasa a afirmar que el Ayuntamiento aceptará un local de una oferta de “alta calidad”, si bien Carrefour confirma que en sus 2.000 metros cuadrados no sólo venderá surtidos de quesos y vinos, sino también patatas y papel higiénico.

Pero la proyección del puerto no se limita al muelle 1. Un repaso al estado de las diversas piezas que componen el puzle programado permite corroborar cómo sólo dos tienen forma y desarrollo: la estación de cruceros y el Palmeral de las Sorpresas, que se ejecuta en el muelle 2. El resto, bien se encuentran en estado embrionario, bien están marcadas por la incertidumbre, como ocurre con el muelle 1. Y ello a pesar de que los augurios de la Autoridad Portuaria apuntaban a 2008 como punto del calendario en que el nuevo puerto iba a ser realidad. Dos años después, la radiografía se presenta incompleta y se asume que la metamorfosis no tendrá lugar antes del año 2012.

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