domingo, 12 de septiembre de 2010

Un vecino de Iznate reclama la propiedad del convento del Císter (SUR)

El heredero de un marqués del siglo XIX asegura que el edificio debe regresar a manos de su familia tras la marcha de las monjas
12.09.2010 -
JESÚS HINOJOSA jhinojosa@diariosur.es
MÁLAGA.

Un vecino de Iznate reclama la propiedad del convento del Císter
El heredero del marqués de Iznate muestra la escritura de donación del convento. :: AGUSTÍN PELÁEZ
Hace ya un año que el convento del Císter se quedó vacío. La comunidad de monjas cistercienses que lo habitaba abandonó Málaga tras cuatro siglos de historia en la ciudad. No obstante, gracias al acuerdo que propició el Ayuntamiento con esta orden, una parte del convento está en uso todavía como museo en el que puede contemplarse una buena muestra de las valiosas obras de arte religioso que las monjas atesoraron con el paso de los años. El resto del edificio quedó a la espera de que el Consistorio tramitara su expropiación, como así anunció en julio del año pasado, al mismo tiempo que se marchaban las monjas. Sin embargo, una circunstancia desconocida hasta el momento se ha cruzado por medio de esta historia. Un vecino de Iznate reclama que el convento pase a ser de su propiedad con el argumento de que sus antepasados cedieron el suelo a las monjas con la condición de que podrían disponer de él mientras estuvieran presentes en el edificio.
El vecino en cuestión es Antonio de Campos y Osorio, heredero por línea directa de Antonio Campos Garín, un destacado personaje de la Málaga del siglo XIX que recibió el título de marqués de Iznate por su relevante papel como hombre de negocios, político y terrateniente. Junto a su padre, el primer marqués de Iznate desarrolló un gran actividad promotora e inmobiliaria en la ciudad, de la que todavía quedan ejemplos como las denominadas Casas de Campos de la plaza de la Merced, que deben su nombre al apellido de esta singular saga familiar de la Axarquía. Según el estudio biográfico sobre Antonio Campos Garín realizado por Antonio Lara Villodres, tanto él como su padre eran personas de profundas convicciones religiosas, y su madre sentía cierta predilección por las monjas de clausura del Císter.
Estas religiosas tuvieron que abandonar en 1873 el primitivo convento existente en lo que hoy es la esquina entre las calles Císter y Pedro de Toledo. Según relata el profesor Francisco José Rodríguez Marín en su libro 'Málaga conventual', ese convento fue derribado por orden del Ayuntamiento republicano de la época y las monjas tuvieron que buscar una sede provisional para su comunidad. Con la restauración borbónica, una ley promulgada en 1875 decretó la devolución de los solares enajenados a sus primitivos propietarios. Las monjas del Císter encomendaron el proyecto para regresar a la calle del mismo nombre a una comisión formada por Joaquín Díaz García, Constantino Grund y Antonio Campos Garín, quien optó por comprar el solar del antiguo convento.
Donación
Para poder financiar la construcción del nuevo cenobio, el marqués construyó edificios de viviendas en las zonas del solar más próximas a las calles Císter y Pedro de Toledo, es decir, donde podrían ser comercializadas más fácilmente, y cedió el interior de la parcela a las monjas para su convento, para cuyo acceso tuvo que crearse el actual pasaje que da entrada al edificio. Esa donación se hizo mediante escritura pública ante el notario José Villarazo el 17 de agosto de 1878. Pues bien, el documento ha pasado desde entonces por tres generaciones hasta llegar al citado Antonio de Campos Osorio, quien reclama la propiedad del convento tras la marcha de las religiosas.
El abogado del heredero del marqués, Francisco Pérez, del despacho de abogados Antiñolo Davó-Pérez Palacios, explicó que ya han mantenido contactos con las monjas responsables de la orden del Císter existentes en La Rioja para hacerles ver su intención, que no es otra que el convento pase a ser propiedad de la familia Campos. «Tenemos suficiente documentación como para reclamar la devolución del edificio incluso en los tribunales si fuera necesario», explicó este letrado, quien anunció que en los próximos meses promoverá la realización de mediciones de la parcela del convento para ver qué parte les corresponde.
Según fuentes consultadas por este periódico, no toda la finca está afectada por esta situación, ya que hay una parte que las monjas compraron con posterioridad a la donación del marqués de Iznate que podría quedar fuera de este litigio. Con todo, según los documentos de que dispone Antonio de Campos, podría reclamar la iglesia y una gran parte de lo que fue convento, hasta alcanzar una superficie de unos 775 metros cuadrados.
Antonio de Campos explicó que su bisabuelo cedió el edificio para las monjas pero guardó el suelo para su herederos si se daba la circunstancia de que ellas se marcharan y el lugar dejaba de tener un fin piadoso. «Estamos barajando la posibilidad de acudir a los tribunales para defender nuestros derechos», recalcó De Campos, quien precisó que, aunque cedió a su hijo el título de marques de Iznate cuando cumplió la mayoría de edad, todavía es el heredero legítimo del patrimonio de su familia. Además, señaló que ha comunicado sus intenciones al Ayuntamiento, como administración interesada en la compra del edificio, en el que se mantiene abierto el museo de arte sacro con gestión del Consistorio, que impulsó su creación a través de la empresa Promálaga.

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