viernes, 21 de enero de 2011

Arroyo cegado (SUR)

Preocupación por la situación del cauce de La Caleta, elevado por el paso del tiempo y ocupado por matorrales. El día que llueva con fuerza...
21.01.2011 -
ANTONIO ROCHE alroche@diariosur.es

Cada mañana, cuando se levanta, lo primero que hace Rafael en estos días de invierno es mirar por la ventana. Por la noche, cuando oye llover, las alertas sensitivas se le disparan. No es para menos. Pasa mucho tiempo del día junto al arroyo La Caleta, salvajemente ocupado por yerbajos, que alcanzan dimensiones de arbustos, piedras y un cauce bastante elevado que casi ciega el ojo del puente del paseo marítimo Pablo Ruiz Picasso.
«El día que llueva con fuerza va a ocurrir lo que ya pasó aquí hace unos años, que la riada se llevó por delante coches hasta al paseo marítimo porque no hay espacio para que salga el agua», advierte. Un aviso que es trasladado al Ayuntamiento. La concejala de Sostenibilidad, Teresa Porras, deja claro que no es competencia suya, sino de la Agencia Andaluza del Agua. «Nosotros nos encargamos de limpiar los arroyos de basura orgánica, pero el desbroce y dragar el cauce es una obligación de la Junta de Andalucía», asevera.
Efectivamente. Así es. Fuentes de la delegación de la Consejería de Medio Ambiente reconocieron que es competente de esa limpieza vegetal y terriza. ¿Y a qué espera para hacerlo? «El arroyo de La Caleta está en la programación de este año», dijeron las citadas fuentes. Es decir, está previsto dejarlo expedito en caso de avalancha de agua, pero las lluvias ya empezaron y allí no han movido ni una planta. Es más, el año hidrológico empezó en octubre -hace más de tres meses- y el cauce sigue igual que hace un año. Si el Ayuntamiento hace sus deberes en septiembre, ¿por qué la Agencia Andaluza del Agua no cumple con su competencia antes de que vengan las lluvias?
Parece que a las instituciones les fallan la memoria. A primeros de noviembre de 2006 cayó una fuerte tromba de agua que se llevó por delante los vehículos que aparcaban en el mismo lecho del arroyo, en la zona de El Limonar. Los coches acabaron en el paseo marítimo y no llegaron hasta la playa porque el puente lo impidió.
Rafael, que sí tiene memoria, se muestra vigilante sobre este arroyo, que discurre en su desembocadura entre la Subdelegación del Gobierno y el Hospital Parque de San Antonio. No podrá dormir tranquilo hasta que vea aparecer las cuadrillas de operarios y las máquinas excavadoras. «Cualquier día le van a tener que dar un salvavidas a los pacientes del Parque San Antonio», comenta con ironía, aunque sin disimular su preocupación.
Se trata de una actuación fácil, barata, que podría evitar males mayores en un arroyo urbano que se encuentra cegado por su estado de abandono.

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