martes, 5 de abril de 2011

Este castillo es una ruina (Vélez-Málaga)

La Sociedad Amigos de la Cultura de Vélez vuelve a solicitar la creación de un centro de interpretación en el torreón del fuerte Piden la puesta en valor de los restos de la antigua atalaya de Torre del Mar
05.04.2011 -
AGUSTÍN PELAÉZ
VÉLEZ-MÁLAGA.

Aunque los restos que se conservan son escasos, el castillo constituye el origen de Torre del Mar, por lo que es parte fundamente para conocer la historia de esta importante población del municipio de Vélez-Málaga. A pesar de ello, pocos son los vecinos de la localidad que conocen la trascendencia que tuvo ya no solo como fortaleza militar, sino también como aduana y puerto para la exportación de los productos autóctonos de la comarca.
Por este motivo, la Sociedad Amigos de la Cultura (SAC), que tiene entre sus objetivos promover el conocimiento de los valores históricos y culturales del municipio veleño, ha vuelto a solicitar una vez más al Ayuntamiento de Vélez-Málaga el adecentamiento de los restos que todavía se conservan del antiguo castillo.
«Lo que queremos es que se pongan en marcha de una vez por todas los mecanismos para garantizar la conservación de los restos de la atalaya que están a la vista y se adecente la muralla», explica la presidente de la SAC, María Victoria Naranjo.
Torreón
Asimismo, el colectivo cultural ha reiterado al Consistorio la petición de habilitar el único torreón que todavía queda en pie como centro de interpretación del castillo, para lo cual deberá primero obtener el inmueble. «Lamentablemente son muy pocos los terreños que saben de la existencia de este fuerte, por lo que el centro de interpretación serviría para difundir la enorme importancia que tuvo para la defensa del litoral y para la exportación de los productos de la zona», señala Naranjo, quien lamenta que en la última década no se haya hecho nada para recuperar los restos que todavía perduran de la antigua atalaya.
Ubicado en la plaza de la Axarquía, los vestigios que se conservan son la parte exterior del torreón que hace esquina con la calle Angustias y parte del baluarte que da a la plaza de la Axarquía, aunque ocultada por varias viviendas que se adosaron al muro, así como otros elementos que en otro tiempo estuvieron en el interior de la fortaleza.
Entre los elementos perdidos se encuentra el segundo torreón, la primera iglesia de San Andrés que existió en el interior del castillo y que fue trasladada en el siglo XIX a su actual ubicación, frente al Paseo de Larios, así como buena parte de los almacenes y espacios destinados a la guarnición militar.
En el siglo XVI Carlos I cedió el castillo a Vélez-Málaga a cambio de su reedificación y mantenimiento. Entonces se modificó para integrar algunos de esos almacenes y viviendas adosados a sus murallas, integrándolos en la fortificación. La cesión se realizó a cambio de una contribución de ocho mil ducados.
Destrucción
La destrucción de la casi totalidad del castillo comenzó en el siglo XIX, tras ser abandonado como destacamento militar. Fue entonces cuando comenzaron a surgir las viviendas en el interior y su entorno, ya que desde que se iniciara su construcción en el siglo XVI, los únicos núcleos de población civil que existían en Torre del Mar estaban en la zona conocida como Casas Nuevas, donde se levantó la ermita de Nuestra Señora de las Angustias, y en Casa de la Viña.
«La importancia del castillo, hoy casi desaparecido en su integridad, radica en la doble función que tuvo de fortaleza militar y puerto comercial hasta el siglo XIX», sostiene Naranjo.
Según la historiadora y miembro de la SAC, Pilar Pezzi, los restos que se conservan pertenecen a la reforma llevada a cabo en 1720, cuyo plano está reproducido en la plaza. «El castillo fue continuamente reparado, pero poco a poco, debido a la elevación de la costa, fue separándose de la línea marina y los nuevos terrenos fueron vendiéndose a los vecinos para la construcción de viviendas. En 1778 se valoraba en 30 varas la distancia a la costa y en 1798 en 50, lo que llevó a la construcción de dos baterías que suplieran su función, una de ellas construida casi en la desembocadura del río Vélez y la otra frente a la fábrica de azúcar edificada en 1796», asevera Pezzi.
Perdida su función militar, el castillo pasó a tener una actividad comercial hasta que la crisis de la filoxera acabará con la misma, aglutinando en su entorno una creciente población. Hoy, apenas un siglo después, el castillo es una ruina.

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