martes, 13 de diciembre de 2011

El 'paraíso' de Vladimir, un año después (Málaga Hoy)


Mañana se cumple el primer aniversario del derribo del mayor desafío a la legalidad urbanística en Málaga. El promotor construyó durante 12 años
S. SÁNCHEZ / MÁLAGA | ACTUALIZADO 13.12.2011 - 01:00
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Desde la autovía que se aproxima del este hacia la capital de la Costa del Sol, poco antes de llegar al cruce con Pinares de San Antón, sigue sorprendiendo en la distancia la imagen del que hace ahora casi un año era el paraíso particular de Vladimir Beniachvili, también conocido como el promotor del fallido centro hispano-ruso. Donde hoy sólo se observa el terreno movido y el vacío, el 14 de diciembre de 2010 había una mole de cemento, hormigón, hierros y varias edificaciones. 

En un día como el de mañana, doce meses atrás, las máquinas empezaron a marcar con su tacto de acero el que probablemente ha sido el mayor desafío a la legalidad urbanística de cuantos se han conocido en la sexta ciudad de España. Fue en ese momento cuando, tras un sin fin de advertencias, avisos y denuncias, la Gerencia de Urbanismo acabó por cumplir lo tantas veces anunciado: la demolición de la construcción ilegal ejecutada por Beniachvili durante más de una década. 

Este empresario ruso, antaño jugador de fútbol de cierta relevancia en la antigua Unión Soviética, construyó en buena medida sobre suelo no urbanizable y sin las necesarias autorizaciones municipales todo un complejo edificatorio con vocación de convertirse en sede de una academia ínternacional de fútbol. El paso adelante de Urbanismo se dio después de que un juzgado avalase la petición realizada del Ayuntamiento de poder acceder a la parcela y actuar de forma subsidiaria. 

El ejercicio de autoridad por parte de la Administración local, aparentemente pasiva en otros episodios de los casi doce años de infracciones, tuvo lugar después de que las numerosas reclamaciones no provocasen reacción alguna en el promotor, que siguió agrandando año a año la construcción. Al punto de que, según los técnicos municipales, la superficie ejecutada era de unos 3.500 metros. 

Desde el exterior, como pudo comprobar este periódico en una visita realizada a la finca meses antes del derribo, se identificaban claramente dos grandes edificaciones, una con cafetería-bar, seis apartamentos, sala de instalaciones y hasta una pista de ballet de 200 metros cuadrados, y otra, de hasta cuatro plantas, con cinco apartamentos dúplex, un gimnasio, varias saunas, cuatro viviendas más y una zona común que incorporaba una piscina, así como una amplia terraza mirador y una vivienda con salón, entre otros. El coste de la demolición se cifró en unos 300.000 euros, que ha de abonar el empresario afectado. 

Pero no fue ésta la única infracción que, según Urbanismo, cometió Beniachvili, ya que a la misma hubo que sumar sendos movimientos irregulares de tierras de 12.640 y 11.000 metros cúbicos, que permitieron crear una explanada de 3.200 metros cuadrados. En total, a lo largo de los doce años de acciones, aunque en buena medida en los últimos ejercicios, el promotor ruso ha recibido una quincena de sanciones, que suman del orden de un millón de euros en multas. 

De forma desglosada el listado queda así: ocho multas coercitivas por no demoler, por 78.953 euros cada una; seis por no restituir los terrenos a su estado original, por 6.600 euros cada una; una multa coercitiva por incumplir la orden de suspensión, por 6.600 euros, y una sanción por movimientos de tierras en suelo no urbanizable sin la preceptiva licencia, por 90.000 euros). 

Aunque de ellas, que se sepa, sigue sin abonar alguna. Así lo expuso su abogado, Fernando Taboada, que informó de que todas están recurridas. El letrado, que en su día criticó la actitud mostrada por el Consistorio, se quejó de que aún siguen sin ejecutarse la necesaria reposición paisajística del terreno, algo a lo que se comprometió Urbanismo tras la demolición. En realidad, según informaron desde el Ayuntamiento a las pocas semanas de ejecutarse la demolición, los técnicos estaban redactando un proyecto de actuación que, por las imágenes, sigue sin desarrollarse. 

Hoy, Vladimir vive este particular aniversario en Moscú, ciudad en la que también se encontraba cuando las máquinas destruyeron lo que él decía había levantado con sus propias manos. En una entrevista a Málaga hoy, publicada el 23 de octubre de 2010, responsabilizaba al Ayuntamiento de parte de lo que había ocurrido con la obra ilegal, puesto que, como insistía, fue el propio equipo de gobierno el que colaboró con él para impulsar el conocido centro hispano-ruso en Pinares de San Antón. 

Fue en 2002 cuando el Consistorio recalificó estos terrenos para un proyecto con 10.914 metros de alojamiento hotelero y apartamentos, una iglesia ortodoxa e instalaciones deportivas y culturales. De todo ello, hoy sólo quedan los escombros del paraíso de Vladimir, levantado sobre pilares de ilegalidad.

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