domingo, 29 de julio de 2007

MIRANDO ATRÁS. Mil y un proyectos para un río (La Opinión)

En 1490, el cabildo de Málaga prohibía que los ganados enturbiasen el río Guadalmedina, que abastecía la ciudad. Algo más de medio siglo después, en 1544, ese río de aguas cada vez más escasas se convertía en un peligroso torrente, capaz de inundar Málaga. Por en medio: la deforestación de las vertientes para plantar viñas, mientras con la madera cortada se fabricaban toneles y se hacía carbón.El enemigo estaba en casa, por eso en 1559, según recuerda el académico Manuel Olmedo en su libro `Guadalmedina vs. Málaga´, el cabildo ya se planteaba desviar el río "por cima de los Percheles", para que la arena no siguiera anegando el Puerto. Desde entonces, no han cesado ni las inundaciones ni los proyectos, que han llegado hasta el siglo XXI, sin que tantos kilos de papel hayan solucionado hasta ahora este problema, que va camino del quinto centenario. Ya en tiempos de Carlos III, el capitán Julián Bort analiza las diferentes posibilidades: desviar el Guadalmedina al arroyo del Coche por la ermita de San Sebastián de Casabermeja; desviar el río Campanillas por la Venta de la Cruz; desviar el arroyo de Toquero y la Caleta; desviar el arroyo del Cuarto por detrás del convento de la Trinidad y canalizarlo de forma directa.En 1802, el brigadier Pedro Truxillo y Tacón apostaba por volver a reforestar los cauces: "Críense las encinas, castaños y algarrobos que la tierra producirá". Los 400. Un año antes, un grupo de expertos examina el cauce y, 20 años después, el yerno de uno de ellos propone que se desvíe por Casabermeja y hasta hace un cálculo: la obra tendría una duración de dos a tres años, empleando a unos 400 trabajadores. Pero ni por esas. En 1853 se reconoce que incluso la canalización del río sería mal vista por "el pueblo bajo", "temeroso de que saliéndose de madre (el río) inundase el barrio del Perchel, llevándose al Mar cuanto al paso encontrase". Veinte años más tarde, en 1873, el famoso ingeniero don José María de Sancha apuesta por canalizar el río y en el centro del cauce actual "se construye un paseo, a uno y otro lado se levantan jardines, casas de recreo y construcciones análogas a otras capitales". Saltando en el tiempo, esta visión tan idílica del Guadalmedina, soñada por José María de Sancha, se opone a un proyecto oficial de 1970, que convertía el río en una autopista, sin más. Por suerte, la idea no se llevó nunca a cabo. Entre 1999 y 2000, el río siguió dando que hablar. La Gerencia de Urbanismo estudiaba embovedar el Guadalmedina desde La Rosaleda y construir encima una gran avenida con zonas verdes y viales, además de carriles subterráneos para un tranvía o el metro. Calificada como "operación paisajística, hidráulica de seguridad y urbanística", regalaría a Málaga 50.000 metros de zonas verdes en lo que, hasta el proyecto, era un cauce seco pero traicionero. Para llevar a cabo este sueño, era imprescindible trasvasar el cauce hasta La Viñuela y el Peñón del Cuervo, además de reforestar toda la cuenca. Costaría unos 82.000 millones de pesetas. El último capítulo, hasta la fecha, ha sido la reciente propuesta del Colegio de Arquitectos de un concurso internacional de ideas para el río Guadalmedina, con el fin de desbloquear este problema sin final. El actual alcalde ha apoyado la idea que debería ejecutarse gracias a un consorcio entre las administraciones. ¿Un plan más o será el definitivo?

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