domingo, 18 de noviembre de 2007

Patrimonio o imaginación al poder (Málaga Hoy)

Hay lavados de cara que merecen echarlo todo abajo y volver a empezar desde el principio, aunque el patrimonio requiere siempre todos los respetos. El Archivo Histórico Provincial reúne desde ayer y hasta el próximo día 30 una exposición con las ocho propuestas finalistas del concurso de ideas para el Parque de los Cuentos que se ubicará en el antiguo Convento de la Trinidad. El primer premio del certamen, dotado con 18.000 euros, reconoce el trabajo del equipo formado por las firmas de arquitectos Aires Mateus, Ramón Pico, Javier López, el Grupo Enigma (responsable de la museografía) y la librería Rayuela Infancia (encargada de la dinamización a la lectura), con un proyecto del que ayer informó este periódico basado en la confluencia del vacío y la luz para la recuperación del inmueble. La muestra, que inauguró ayer la consejera de Cultura, Rosa Torres (quien además entregó los premios del concurso), presenta diversas tendencias arquitectónicas puestas en juego en la aplicación un equipamiento cultural desde un inmueble ruinoso. Un reto único tanto por las condiciones como por la naturaleza de lo que se pretende construir: una iniciativa pionera en Europa.
El proyecto ganador, llamado Los ecos de la palabra y concebido por un equipo íntegramente sevillano a excepción del grupo portugués de arquitectos Aires Mateus, apuesta, como apuntó ayer la consejera, por la arquitectura del silencio: junto a las infraestructuras al aire libre que aprovechan las bondades del clima, el interior respeta el vacío que antiguamente se empleaba en el convento para inspirar el recogimiento y la oración. Según explicó ayer Ramón Pico, el usuario deberá acceder al corazón del edificio, situado en el viejo claustro, para comenzar su visita. Mientras tanto, ya desde los accesos y a lo largo de los pasillos iluminados con luz natural mediante grandes aberturas de los volúmenes vacíos, la estructura "funcionará como un filtro en el que el visitante, que viene de un mundo ruidoso y con prisas, se despojará de sus problemas y llegará de forma sorpresiva directamente al claustro". Este sentido primigenio de la espiritualidad se orienta aquí al aprendizaje a través de la lectura, la escritura, la narración y la creación. El resto del parque, tanto las dependencias cubiertas (espacios para actividades y servicios, además de una calle iluminada que atravesará toda la superficie) como las que queden al aire libre (terraza de la cafetería y restaurante, zona de picnic y comedor, anfiteatro y Bosque animado), se dispondrán en realidad como "ecos del propio claustro". Esta revalorización arquitectónica y filosófica del convento, que prevé además la integración de los viejos muros, ha sido, según el jurado (que ha contado entre sus miembros con los arquitectos Víctor Pérez Escolano, Fuensanta Nieto y José Antonio Carbajal, además de Román Fernández-Baca Casares, director del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico; el decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Málaga, Francisco San Martín; y el representante del Ayuntamiento Javier Pérez de la Fuente) la solución patrimonial idónea.
Las propuestas finalistas coinciden en la eliminación de las instalaciones militares que incorporó el edificio en el siglo XIX, tras su conversión en cuartel. Sin ellas, el inmueble gana en volumen, limpieza y presencia, ya que se encuentra elevado en una meseta de cuatro a ocho metros sobre las calles adyacentes. El proyecto merecedor del segundo premio, dotado con 12.000 euros, es el presentado por el equipo de Francisco J. Mangado, Ramón Bassols, Luisa Mora, Busquets Tusquets y Alejandra Vallejo Nájera con el título Malacalabra, que preveía una ciudadela, de manera que el convento quedara envuelto (idea diametralmente opuesta a la anterior) mediante una estructura nueva, además de la incorporación de piezas de cristal para guiar la distribución. La idea de arquitectura fragmentada la puso en el ajo el equipo de José Seguí, cuyo proyecto, Fractal, proponía una renovación radical en los accesos. Más de 7.000 metros cuadrados, en fin, para imaginar.

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