domingo, 29 de marzo de 2009

Las viviendas embargadas no encuentran salida en las subastas (SUR)


Los bancos se quedan el 80% de los inmuebles por falta de postores La sobretasación y la falta de liquidez provocan que queden desiertas

SUBASTAS JUDICIALES
Cómo funciona
Anuncio: El juzgado anuncia el inmueble a subastar y su fecha. En un documento se describen las características de la finca y el precio de tasación.
Cómo participar: Hay que consignar previamente en la cuenta bancaria del juzgado el 30% del valor de tasación de la finca a subasta.
Las subastas judiciales han dejado de ser un negocio lucrativo. Las gangas pasaron a mejor época y la posibilidad de adquirir, por ejemplo, una casa a la mitad de su valor es prácticamente inexistente. Y ello se produce cuando, paradójicamente, los bienes tanto muebles como inmuebles que llegan a las subastas se han multiplicado por diez como consecuencia de la actual coyuntura económica. La falta de liquidez en el mercado, la sobrevaloración de la tasación y las expectativas de que el precio de la vivienda pueda seguir bajando en los próximos meses son los factores que determinan que actualmente más del 80% de las subastas queden desiertas. Al final, los bancos acaban quedándose con las casas.
Una breve recorrido por los juzgados de primera instancia de la capital ofrece un panorama revelador. Los tablones de anuncios de las oficinas judiciales se encuentran atestados de convocatorias de subastas. «Antes, hace unos dos años, teníamos, como mucho, una subasta al mes; ahora llegamos a celebrar, entre doce y quince», asegura Antonio Salto, secretario del Juzgado de Primera Instancia número 13 de Málaga.
Las subastas judiciales son competencia de los secretarios. Estos actos carecen de ceremonial y se celebran de forma muy sencilla en una sala de reuniones del juzgado. «Es raro que ahora acudan más de dos personas, además de la entidad financiera ejecutante. Generalmente es el banco el que se queda con la finca por falta de postores. Por aquí, es raro que vengan ya los subasteros», explica Fermín Villarrubia, secretario del Juzgado de Primera Instancia número 7. En su opinión, la actual recesión económica es la culpable del escaso interés por las subastas, precisamente cuando más bienes hay donde elegir. «Ya no se encuentran chollos. Las viviendas salen con una tasación sobrevalorada derivadas de hipotecas que se formalizaron cuando el precio de las casas estaba por las nubes. No interesan; más aún cuando el euribor está ahora ya mucho más bajo», añade.
Novecientas demandas
Según los datos registrados en el Decanato de Málaga, en 2008 los juzgados de la capital recibieron cerca de 900 demandas de ejecuciones hipotecarias, el triple que en todo 2007. Este ejercicio es previsible que se aproximen a las 1.500.
Los bancos esperan normalmente al tercer mes de cuotas impagadas para presentar su requerimiento en el juzgado. No obstante, la Ley de Enjuiciamiento Civil da a los deudores una posibilidad para evitar la ejecución hipotecaria y no perder su casa. Así, si se trata de la vivienda habitual, es posible pagar las cuotas pendientes antes de enfrentarse a la pérdida de la casa, pero abonando los plazos, sus intereses de demora y las costas judiciales.
«Los días previos a la subasta son de mucha tensión. Los ejecutados (las personas a las que se les va a subastar la vivienda) vienen por aquí pidiendo más plazo para reunir el dinero, llorando incluso, porque van a perder su casa. Se pasa mal», se lamenta Antonio Salta.
A diferencia de la crisis de 1993, que afectó al gremio de la construcción y en la que se llegaban a subastar edificios enteros, la de ahora se está llevando por delante pisos que constituyen la vivienda habitual de muchas personas.
Los primeros en caer
Fermín Villarrubia asegura que los primeros en caer han sido sobre todo inmigrantes de origen sudamericano y también africano. «Compraron sus casas cuando tenían trabajo; luego se quedaron en el paro y dejaron de pagar», explica. Hoy por hoy, -añade- en las subastas hay de todo, pisos, chalés y también locales y garajes.
Por su parte, los bancos se muestran reacios a dar datos. Reconocen que se quedan solos en las subastas y además de la falta de liquidez suman otro factor: «Existe la expectativa de que el precio de la vivienda aún baje más», aseguran fuentes de una entidad financiera.
Los bancos intentan vender a precios ventajosos a clientes y empleados los inmuebles que acaban adjudicándose. La Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA) ofrece una sociedad de gestión de activos inmobiliarios a la que se han adherido 23 pequeñas cajas. Esa sociedad actúa casi como una inmobiliaria. Las cajas grandes suelen tener sus propias sociedades y crean webs para volver a colocar las casas en el mercado.

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