lunes, 21 de junio de 2010

Los correcaminos de la construcción (La Opinión)

La caída de la actividad en el sector constructor está empujando a empresas y profesionales a buscar el negocio fuera. Algunos están dispuestos a cruzar todas las fronteras que haga falta, como demuestra el hecho de que algunos proyectos concentren centenares de currículos.


La construcción del puente al norte de Varsovia que ejecuta Sando.
La construcción del puente al norte de Varsovia que ejecuta Sando.

JOSÉ VICENTE RODRÍGUEZ. MÁLAGA Si las grandes constructoras malagueñas han decidido traspasar fronteras y buscar el negocio que ahora se les niega tierras adentro, parecida disyuntiva tienen los técnicos, ingenieros o, en menor medida, arquitectos que antes trabajaban en el sector inmobiliario o de la obra pública y que ahora ponen sus esperanzas más allá de las fronteras españolas. En el sector se les conoce como los correcaminos, dado que no tiene reparos en marcharse al Magreb, a Sudamérica o a Europa del Este, quizá los mercados más recurrentes para las constructoras locales, a buscar la actividad perdida.

Uno de los ejemplos más atractivos en Málaga lo representa la constructora Albe, que se va a Nigeria de la mano de la promotora marbellí de Pedro Antonio Rodríguez para construir, de momento, un poblado de 20.000 viviendas y dos torres de oficinas en la zona de Lagos, en la zona costera del país. Al frente del proyecto marchará uno de los directivos de Albe, Antonio Berlanga, que en su proceso de selección afirma haber recibido entre 300 y 400 currículos. De ellos saldrá un equipo de unas 12 personas que viajarán a Nigeria después del verano, una vez que se empapen de inglés técnico en cursos intensivos y se pongan las 14 vacunas necesarias para inmunizarse de las enfermedades tropicales.

«Hemos recibido muchos currículos de gente muy cualificada, aunque la carencia siempre es la misma en el caso de los españoles. Sólo un 1% tiene un buen nivel de inglés. Por eso, antes de irnos, tendremos que dar cursos intensivos», apunta Berlanga. A los desplazados a Nigeria le esperan dos o tres años en el país (o más si salen nuevos proyectos), aunque por supuesto la empresa tiene previsto «refrescar» al personal escalonando visitas a España.

El tema de los correcaminos lo conoce perfectamente el ingeniero de caminos Javier Aparicio, que trabaja actualmente en Málaga y que ha recibido una oferta para marchar a Colombia que actualmente sopesa. «La parte buena es que, además de tu sueldo, las empresas te costean los periódicos viajes de ida y vuelta a España, la vivienda, e incluso hay casos en los que le buscan un empleo a tu esposa o le pagan una carrera universitaria. Después, a nivel de vida cada uno debe sopesar si le compensa o no», comenta Aparicio, que señala que en el Colegios de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos suele haber bolsas a nivel nacional de hasta 400 personas dispuestas a irse fuera.

Aventura en Brasil

Uno de los que se ha lanzado a la aventura es José María Llosa, director de filial del Grupo Vera que trabaja en Brasil para la apertura de nuevas áreas de negocio y el seguimiento de trabajos realizados por terceros. Como motivos de su decisión cita la «búsqueda de retos y posibilidades de crecimiento personal y profesional», aunque reconoce lo que sacrifica. Apoyar al máximo en los objetivos de crecimiento del Grupo.

«Supone dejar muchas cosas en tu país, pero estoy de acuerdo en que las crisis también se pueden entender como una oportunidad , sin olvidar el drama que supone para muchas empresas y familias. Las empresas españolas van a abrirse más al exterior como necesidad y como oportunidad», comenta Llosa, que dice haber encontrado en Brasil un país «en ebullición», con todavía clases amplias empobrecidas pero, precisamente por ello, con «avances en lo económico y social a lo que no estamos acostumbrados en España».

Decir sí o no

Sin embargo, la opción de salir a trabajar fuera no convence a todos, por uno u otros motivos. Es el caso de Julio Morales, ingeniero químico de 30 años que estuvo trabajando hasta el pasado año en la malagueña Cementos Capa de Archidona. Pese a estar ahora mismo buscando trabajo, entiende que la salida al exterior es una decisión de vida lo bastante importante como para estudiar bien la oferta. Por eso, lo tuvo claro hace unas semanas cuando rechazó la posibilidad de un empleo en Argelia por un sueldo mensual de unos 1.500 euros. «Era para bastante tiempo, y aunque sé que la cosa aquí está complicada, prefiero esperar para ver si me sale algo más adelante. Sólo saldría si es algo irrechazable», explica Morales.

Los ingenieros son, sin duda, el colectivo más reclamado a la hora de buscar correcaminos. Así lo explica el decano del Colegio de Arquitectos de Málaga, Antonio Vargas, para quien lo tiene mucho más sencillo el personal asalariado que un gremio como el suyo, que funciona con estudios propios y donde el que se marcha fuera se iría, literalmente, «a la aventura».

«Hay casos de personas que pueden haberse ido a Brasil, a Marruecos o a Europa del Este, como antes se ha hecho a los Emiratos Árabes, pero son casos más específicos. Un arquitecto que trabaja en proyectos fuera puede hacerlo perfectamente desde España, porque no es necesario estar a pie de obra como sí hacen los ingenieros», comenta Vargas. En cambio, el decano de los arquitectos sí observa un fenómeno que también delata la caída del negocio en España, aunque de manera contraria. «En los últimos años habían llegado a Málaga muchos arquitectos de fuera. No hablo ya de otras provincias, sino de países europeos o de Argentina. Con la crisis y la paralización de la actividad residencial muchos han optado por volverse a sus países de origen», dice.

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