El alcalde y el director de Puertos de Andalucía se reunirán el viernes para buscar una salida a la caducidad del estudio de impacto ambiental
09.02.2011 -
Recreación virtual del proyecto de ampliación del puerto deportivo de Benalmádena. :: SUR
Después de seis años en el cajón, la ampliación del puerto deportivo de Benalmádena cuenta actualmente con los cuatro pilares fundamentales para empezar a ser una realidad: un proyecto de ejecución con el visto bueno de la Junta desde 2005, la apuesta decidida del Ayuntamiento, la buena predisposición del Ejecutivo autonómico y, sobre todo, el interés de las principales constructoras del país y varios grupos empresariales en hacer frente a una inversión que rondaría los 80 millones de euros; eso sí, a cambio de un periodo de explotación que rondaría los 35 años. Sin embargo, aún hay que sortear una última piedra en el camino: la que representa el hecho de que el estudio de impacto ambiental aprobado por la Consejería de Medio Ambiente en 2002 lleve años caducado.
Con la premisa de buscar una fórmula que permita salvar este contratiempo se verán las caras este viernes el alcalde de la localidad, Enrique Moya, y el director gerente de la Agencia Pública de Puertos de Andalucía (APPA), Sergio Moreno, en una reunión que se antoja clave para el futuro del proyecto y que tendrá lugar en la sede de la Delegación Provincial de Obras Públicas y Vivienda de la Junta.
Sobre la mesa, el regidor municipal aportará una memoria elaborada por un equipo de especialistas en la que se deja patente que en los últimos años no se han producido variaciones significativas en el entorno que obliguen a redactar un nuevo informe medioambiental, retrasando una actuación que sólo está a la espera del visto bueno del Ejecutivo autonómico para despegar definitivamente.
Motor económico
Benalmádena tiene depositadas grandes expectativas en la ampliación del recinto náutico como eje vertebrador del desarrollo turístico de la localidad, pero también del económico y laboral puesto que reportaría unos 30 millones de euros a las arcas municipales además de generar unos dos mil puestos de trabajo entre empleos directos e indirectos.
El proyecto contempla la construcción de 919 nuevos puntos de atraque que se sumarían a los 1.100 actuales, aunque el verdadero salto de calidad del que sería uno de los puertos más importantes del Mediterráneo lo aportaría la posibilidad de albergar cruceros de hasta 80 metros de eslora, embarcaciones que responden casi en su totalidad a compañías de lujo. Además, también se prevén dos nuevas áreas comerciales (una de 20.000 metros cuadrados en la prolongación del dique de Levante y otra de unos 10.000 metros en el extremo occidental que se extendería desde la sede de Capitanía) con establecimientos ligados al sector náutico y al ocio, descartándose los pubs y discotecas, así como hoteles y viviendas.
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