martes, 8 de febrero de 2011

Los barrios no logran recobrar el pulso comercial tras el paso de las grandes obras (SUR)

Decenas de locales han cerrado y, los que continúan, cifran las pérdidas hasta en un 70% por la dificultad para acceder y aparcar
08.02.2011 -
ALMUDENA NOGUÉSanogues@diariosur.es
MÁLAGA.

Los barrios no logran recobrar el pulso comercial tras el paso de las grandes obras
Los locales vacíos o en liquidación salpican las calles en obras, donde la vida comercial se ha visto seriamente resentida en los últimos años ::ANTONIO SALAS
Toda cara tiene su cruz. Lo dice el refrán y, como suele ocurrir, no se equivoca. Málaga lleva años sumergida en una maraña de grandes obras que, una vez concluidas, traerán bajo el brazo empleo, una importante mejora en las comunicaciones y, por tanto, progreso. Sin embargo, para llegar a esta meta hay que pagar un peaje que se traduce en vías cortadas a la circulación, molestos ruidos para los vecinos y comercios inaccesibles casi condenados al fracaso. La estampa se repite en Carretera de Cádiz, Callejones de El Perchel, Cuarteles, Salitre o calle La Unión. Decenas de establecimientos de estos populares barrios han cerrado y, los que se mantienen, cifran las pérdidas en hasta un 70%.
Unos luchan por superar este trance y, otros, continúan sufriendo a diario los efectos de convivir con maquinaria y obreros. Carretera de Cádiz pertenece al primer grupo. El pasado agosto, casi cuatro años después, las excavadoras abandonaron el que es el distrito más poblado de la capital. Acababan así los trabajos en superficie en los cuatro kilómetros que separan el Palacio de los Deportes Martín Carpena de la estación María Zambrano. Uno de los mayores ejes viarios de la capital volvía a latir. Pero la recuperación no es fácil.
Confluencia con la crisis
En este tiempo, como recuerdan los empresarios de la zona, no solo han estado aislados por el cierre del tráfico. Además, la coincidencia de las obras con la feroz crisis económica ha supuesto un «cóctel explosivo». Mercedes Ortiz, una de las dueñas de Muebles Aguilar, utiliza esta expresión para resumir lo vivido estos años. «Carretera de Cádiz sigue agonizando día a día. Aquí solo nos mantenemos las tiendas más grandes, con más trayectoria, que hemos ido resistiendo como hemos podido a duras penas. Está claro que el metro es necesario, pero deberían haber previsto ayudas o incentivos para tantísimos negocios que hemos salido perjudicados. Nuestras ventas han caído en picado», sentencia.
Y es que aunque la cicatriz está cerrada, los comerciantes lamentan que sigue supurando. María del Mar Miguel, empleada de Master Sport, asegura que aún hay clientes que desconocen la reapertura de la calle al tiempo que lamenta la escasa publicidad y promoción que se les ha dado. «La gente llega a cuentagotas. Esto está muerto. Nos mataron hace cuatro años y no hemos resucitado. Incluso hemos pensado cerrar», añade. «Este es un barrio obrero, por lo que se ha unido la crisis con los trabajos del metro, que nos han recortado la facturación hasta un 70%. Estamos intentando resurgir de nuestras cenizas, pero es muy complicado», destaca Antonio Núñez, dependiente de Navarro Hermanos
Y mientras Carretera de Cádiz se afana por recuperar el pulso, Callejones de El Perchel atraviesa uno de sus peores momentos. El 28 de enero de 2010 Metro Málaga inició la ejecución del túnel entre las plazas de la Solidaridad y Albert Camus, lo que obligó al cierre total al tráfico de esta céntrica vía. Los efectos de esta medida han sido demoledores. El paseo por dicha calle deja una imagen desoladora. De los negocios que la vertebraban solo quedan tres: una clínica dental, una agencia de viajes y una peluquería. Son, en sus propias palabras, «auténticos supervivientes».
«Antes, el 40% de la clientela que teníamos era gente de paso a la cual hemos perdido. Estamos en mitad de un laberinto de difícil acceso. Hay momentos en los que incluso nos cortan la acera y ni se puede entrar andando. ¡Hay clientes que nos han llamado para que fuésemos a por ellos!», se queja Vanesa Ríos, de Atenea Peluqueros. «Entiendo que es una obra de envergadura y que tiene sus tiempos, pero mientras dure nos tendrían que rebajar los impuestos o ayudarnos», agrega su jefe, Luis Martín.
A escasos metros, en Cuarteles y Salitre, los comerciantes tampoco levantan cabeza. En los últimos cuatros años han confluido en este eje varias actuaciones: la edificación de un nuevo aparcamiento municipal, con la correspondiente reurbanización de la vía, y los trabajos de desdoblamiento de la línea del Cercanías. «Ha habido muchas obras que se han solapado y apenas hemos podido respirar», resume la presidenta de la Asociación de Empresarios de El Perchel, Gracia González. A su juicio, la situación que vive esta zona es , «muy crítica». «En el caso de Salitre, por ejemplo, han desaparecido más del 70% de las tiendas», ilustra.
Y continúa: «Hay ciertas zonas por las que hasta da miedo pasar, como Ancha del Carmen. Da pena ver un espacio que antes tenía tanta actividad convertido en una vía fantasma», asevera González. No exagera. En ciertos tramos de Salitre-Cuarteles este periódico contabilizó ayer hasta seis locales vacíos consecutivos.
La Unión, en su recta final
El drama tiene el mismo eco en calle La Unión o Santa Marta. En esta última llama la atención la joyería Eugenio, la única que sobrevive de entre los siete locales de una de sus aceras. Su dueño, revela la clave: «El truco está en haber ahorrado mucho cuando había dinero, aunque el depósito está entrando en reservas».
Tras catorce meses de obras, las tripas del metro ya se ocultan bajo tierra de esta popular barriada, que dentro de poco reabrirá al tráfico. Muchos comercios, sin embargo, se han quedado en el camino. «Unos veinte compañeros han cerrado. Acumulamos pérdidas del 70», revela Marian Cabrera, de la Joyería Azahara.

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