sábado, 4 de agosto de 2007

De cómo recuperar la decoración original tras gruesas capas de añadido (La Opinión)

La empresa Tarma trabaja desde enero de este año en la restauración de un inmueble barroco con una interesante fachada llena de motivos arquitectónicos fingidos, de los que se conservan el 80%
Muchos edificios del Centro Histórico esconden auténticas joyas tras gruesas capas de añadidos, que se han ido incorporando a lo largo del tiempo, ocultado su decoración original. Es el caso del inmueble situado en el número 50 de la calle Granada, que desde enero de este año está siendo restaurado por la empresa Tarma. El informe previo sobre revestimientos pictóricos murales de la fachada de esta construcción barroca, firmado por Beatriz Martín Peinado, explica que se trata de un interesante ejemplo de edificio del siglo XVIII, que reproduce los mismos motivos ya utilizados en otros coetáneos, situados en la misma vía, y que también se están rehabilitando en la actualidad.La fachada del inmueble se estructura en planta baja (foto Vega), primera y segunda, existiendo una línea de imposta que separa las dos plantas superiores. Está diseñada rítmicamente con tres huecos en las plantas primera y segunda, con cierros y balcones de rejería.Tarma ha ejecutado una serie de catas sobre la fachada, cuyo objetivo ha sido examinar y conocer los diferentes estratos presentes en el paramento exterior, verificando la existencia de revestimientos originales y la detección de policromías. Asimismo, se ha podido observar la calidad de las decoraciones pictóricas conservadas y su estado de conservación. En las catas practicadas se observa que el programa ornamental de fachada representa una arquitectura fingida, parecida a las mencionadas anteriormente en las fachadas de esta misma calle, como la casa palacio de la familia Gálvez, en el número 60, o en el edificio de Granada número 54.Esta decoración pictórica, probablemente, compondrá la fachada, sirviéndose de los vanos para articular un ritmo simétrico a base de columnas, recercados y frontones que los enmarcan, todo ello pintado, con el fin de ennoblecer el aspecto exterior del edificio, enfatizando los vanos, cierros y balcones.Los colores predominantes son de la gama de los negros, grises y tierras. El estado general en que se encuentran los estratos pictóricos, a juicio de la restauradora, se puede considerar de aceptable a malo, según las zonas, aunque se puede mantener el 80% de las pinturas originales, de ahí que se haya recomendado su conservación y restauración.Para ello, se empezará eliminando las capas superpuestas al original, mediante medios manuales como bisturí y escalpelo, picado de cementos y morteros inadecuados. Además, se consolidarán los revestimientos, a través de la inyección y goteo de resina vinílica en emulsión. Previamente se limpiará toda la superficie con aguay y alcohol para ablandar la suciedad, teniendo cuidado de no dañar la policromía.Para la consolidación y fijación de la capa de color se aplicará silicato de etilo, repitiendo el proceso hasta conseguir la idónea consistencia de los estratos pictóricos. Los técnicos que trabajan en las restauración del edificio también sellarán las grietas, oquedades y bordes de lagunas del revestimiento original. Para ello, emplearán un mortero de cal y árido seleccionado, para rellenarlos y nivelarlos con el recovo existente.La restitución de faltas de soporte pictórico mural se hará con revoco de cal de características en cuanto a composición, textura y tono similar al existente, dejando las uniones entre morteros enrasadas.Las faltas de policromía se reintegrarán cromáticamente con colores a base de silicatos y manteniendo algún criterio diferenciador del original, buscando restituir la decoración primitiva y la ornamentación del conjunto. Por último, una vez finalizados todos los trabajos, se procederá a proteger las pinturas murales mediante hidrofugado de toda la superficie con producto a base de siloxano.

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