sábado, 9 de febrero de 2008

La crisis obliga a rebajar más de un diez por ciento el precio de las viviendas (La Opinión)

Los clientes que tratan de desprenderse de su antigua casa para pagar una nueva, entre los más apurados. Las consultas a especialistas sobre cómo vender antes de asumir la hipoteca llegan ya a un treinta por ciento
Felipe López y Carmen Lendínez son una pareja moderna, pero con ganas de prosperar y rentabilizar sus ingresos. Hace unos meses, decidieron dar el salto a una vivienda más amplia y suscribieron una hipoteca de las que duelen hasta en el folio. Confiaban en deshacerse pronto de su antigua propiedad y utilizar la venta para financiar su proyecto. Ahora se sienten asfixiados. A pesar de rebajar el precio cada cierto tiempo, no han logrado vender la casa y la nueva casi les apura las ganas. "Estamos incluso viendo si podemos vender las dos e irnos de alquiler", comentan. Su caso, aunque dicen que no les consuela, ejemplifica el cambio de tendencia experimentado en el mercado inmobiliario, que ha pasado de vivir su trienio más boyante a dar síntomas de abatimiento. Como bien saben Felipe y Carmen, la crisis ya no es cuestión de análisis ominosos. Los precios de los pisos, especialmente en lo que respecta a la segunda mano, se han atemperado y en ocasiones reflejan caídas de entre un diez y un veinte por ciento. El exceso de demanda se ha traducido en abundancia de oferta. Las cornisas de los apartamentos ya no lucen andamios, sino cartelones que anuncian su venta durante meses consecutivos. ¿Los más perjudicados? Acaso los que, como Felipe y Carmen, necesitan urgentemente desprenderse de su vivienda, enredados en un descenso de los precios que ya supera, en algunos casos, los 10.000 euros por piso.Cayetano Rengel, presidente del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria, asevera que el ´boom´ ha terminado de estallar y en la actualidad se atraviesa por un momento en el que el mercado no tiene más remedio que ajustar sus tarifas. No obstante, indica que las condiciones son distintas en el caso de las promociones nuevas, que no han disminuido sus precios ni existen previsiones de que lo hagan en un futuro próximo, debido, entre otras cosas, a sus elevados costes de producción. "No están bajando, pero sí utilizan reclamos como coches o viajes para atraer a los clientes", puntualiza.El descenso de las ventas también se nota en la consultas presentadas en la Asociación de Usuarios del Mercado Inmobiliario, que, hasta hace muy poco, estaban copadas por clientes interesados en comprar. "Ahora han crecido mucho las de gente que quiere vender para no asumir las hipotecas, que antes apenas eran residuales y ya representan un treinta por ciento", precisa.La presunta crisis, cada vez menos hipotética, ya ha empezado a sacar los dientes a las inmobiliarias, sobre todo, a las pequeñas que, de acuerdo con los expertos, podrían colgar el cartel de cierre en apenas unos meses. Más de tres mil están condenadas a la desaparición y el sector reconoce la falta de clientes. Algunos de las empresas admiten, incluso, que el decenso de la demanda se advierte en el día a día de los establecimientos. "Antes compraban los pisos sobre plano y ahora tenemos suerte si aparece un cliente en toda la jornada", indican.En el litoral de la provincia se ha añadido otro factor de preocupación de las inmobiliarias. Los residentes extranjeros, otrora compradores sin escrúpulos de apartamentos lujosos y de precio exorbitante, han reducido sus inversiones en más de un veinte por ciento. Un problema que Rengel relaciona con la crisis internacional y la inseguridad jurídica derivada de la falta de planeamiento urbanístico. El sector, en efecto, ha iniciado su retroceso.

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