Los precios de la provincia están por debajo de la media nacional. La caída se cifra en más de un diez por ciento
LUCAS MARTÍN. MÁLAGA La crisis del mercado inmobiliario no sólo ha afectado a las viviendas tradicionales o de segundo mano. Algunos productos de demanda garantizada, como los apartamentos de playa, han comenzado a rebajar sus precios hasta situarse en cantidades sensiblemente menores a las de hace tan sólo doce meses.
Según un estudio de Tecnicasa, el alquiler de inmuebles junto al mar ha reducido su cuota mensual en más de un diez por ciento en el conjunto del país, caída que es todavía más acusada en el caso de Málaga, donde los arrendamientos rara vez superan los 2.000 euros por mensualidad en temporada alta.
El estudio, que compara las tarifas para el mes de agosto de los destinos españoles de sol y playa, cifra la media nacional en alrededor de 2.300 euros y apunta a zonas como Soller, en Mallorca, o la playa del Sardinero de Santander como las más caras.
El trabajo define a Málaga como una de las áreas más asequibles, aunque establece dos excepciones en las que los precios se disparan por encima de los 3.000 euros por mes: Torrequebrada, en Benalmádena y Puerto Banús en Marbella.
Al margen de estos dos puntos, las mensualidades destacan por presentar tarifas más generosas que en temporadas precedentes. Durante este verano, de acuerdo con el estudio, proveerse de un apartamento para el mes de agosto en zonas de playa como El Faro, de Fuengirola, cuesta menos de 1.300 euros, cantidad que no rebasa los 2.000 en la mayoría de las viviendas ubicadas en la Costa.
Un tope que también engloba los apartamentos de playa de otras provincias como Almería, Granada, Valencia, Alicante, Lugo, Coruña, Tenerife y Murcia. Concretamente, alquilar un piso en Burela (Lugo) en el mes de agosto no cuesta más de 1.300 euros al mes, al igual que en Torrevieja, mientras que en Almuñecar (Granada) el precio de los apartamentos no alcanza los 1.000 euros al mes.
Frente a estas poblaciones, se alzan las provincias que continúan en raseros prohibitivos como es el caso de ciudades de las Baleares como Ibiza y Mallorca y de Sitges (Barcelona), donde se puede llegar a pagar más de 4.000 euros para arrendar un piso cerca de la playa.
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