miércoles, 1 de diciembre de 2010

El laboratorio urbano de Málaga (Málaga Hoy)

Un libro recopila las experiencias de 'casas baratas', el origen de las VPO en España, con el caso de Ciudad Jardín, el mayor realizado a principios de siglo, y otras iniciativas para crear viviendas para la clase obrera

JAVIER GÓMEZ / MÁLAGA | ACTUALIZADO 01.12.2010 - 01:00
Avanzadilla de la revolución industrial en el XIX, gracias a una oligarquía empresarial mayoritariamente foránea, Málaga fue también pionera, a principios del siglo XX, en el intento de dar solución a los problemas de vivienda de la clase obrera, hasta el punto de convertirse en uno de los principales laboratorios urbanísticos de España. El mayor ejemplo del germen de lo que después se convertiría en la VPO, las denominadas casas baratas, se encuentra de hecho en Ciudad Jardín, un barrio modélico en el que las viviendas ni eran del todo baratas ni acabaron en manos de los obreros de las fábricas, sino que sirvió para el nacimiento de una floreciente clase media en el municipio. El año que viene se cumplen cien años de las leyes estatales de Casas Baratas y hoy se presenta un libro (Ateneo, 19:30) sobre el impacto que tuvieron en la Málaga de principios de siglo, escrito por el arquitecto y profesor Rafael Reinoso con la colaboración del geógrafo Alfredo Rubio y el artista Jorge Dragón.

Pero si Ciudad Jardín fue la mayor iniciativa en España, con una operación de más de mil viviendas sobre los dos kilómetros de traza que acompañaba al Guadalmedina, no fue la única en Málaga. También hubo un proyecto revolucionario de ciudad obrera, del que hoy apenas queda algún vestigio, en Los Guindos, y otros fueron el barrio América, al oeste del Perchel, y Victoria Eugenia, junto al Arroyo de los Ángeles. Y como herencia de esta filosofía diseñaría más tarde González Edo el edificio Desfile del Amor, en el paseo de Reding.

La obra, con un completo material gráfico recopilado del Archivo Histórico provincial, publicaciones de la época y el trabajo fotográfico realizado durante dos años por Dragón, es un manual imprescindible para conocer una de las principales operaciones de crecimiento urbanístico de Málaga, que influiría en el posterior desarrollo de Mangas Verdes, Camino de Antequera y Colonia Santa Inés, entre otros barrios.

"Estas iniciativas, aunque algunas no llegaron a realizarse, inocularon cosas en el código genético de la ciudad, una forma de pensar el urbanismo que no tenían otras ciudades. De hecho, Málaga ya tenía cuatro planes urbanísticos hacia los años 20, cuando la mayoría de ciudades españoles no tenía ninguno", destaca Reinoso.

Era normal que los arquitectos malagueños de la época siguieran con gran interés las últimas tendencias del urbanismo social que se debatía y realizaba en Francia y el Reino Unido. "Moreno Monroy tenía una colección de revistas francesas especializadas, y antes de acometerse el proyecto de Ciudad Jardín, se envió una delegación malagueña a conocer Welwyn, la segunda ciudad jardín diseñada por Howard. De allí trajeron los modelos y los mezclaron con el regionalismo", cuenta Rubio. "Sí, pero disfrazada de regionalismo se logró una comunión entre la arquitectura y el urbanismo", abunda Reinoso.

La riada del Guadalmedina de 1907, que destruyó gran parte de la ciudad y llevó al Gobierno a construir la presa del Limonero y encauzar el río, posibilitó la cesión al Ayuntamiento de los terrenos hasta entonces inundables. Y obligado por la nueva ley, el Consistorio los cedió gratuitamente a los promotores, la oligarquía de la ciudad , para construir las "casas baratas". Fueron los primeros empresarios dedicados a la construcción en Málaga, aunque su actividad no tuvo continuidad hasta décadas después.

Si Ciudad Jardín fue la operación de mayor importancia, que incluso llegó a inaugurar el rey Alfonso XIII -la primera casa terminada fue propiedad del monarca, que la cedió al Consistorio para que se la diera a una "familia menesterosa", en este caso la viuda de un teniente muerto en la guerra de África-, la primera fue el barrio América. Se llamó así porque se inició gracias a una suscripción popular organizada por un periódico de Buenos Aires para recaudar fondos para los damnificados por el desbordamiento del Guadalmedina. Por ello las calles de esa pequeña colonia obrera, al norte de la actual calle Hilera, se llamaron y se siguen llamando Tampa y Florida y de ahí el nombre posterior del puente de las Américas sobre la prolongación de la Alameda.

El proyecto de Ciudad Jardín también experimentó con la financiación de las casas. Se constituyeron hipotecas, un mecanismo entonces novedoso. Un artículo periodístico recopilado en el libro cuenta, además de relatar las bondades de la construcción, que se podía acceder a una de esa vivienda por el precio de cien pesetas al mes.

Es todo parte de una Málaga desconocida para los malagueños en la que han buceado bien los autores. "El paisaje humano de muchas zonas de aquella Málaga era el mono azul, pero existe una amnesia colectiva, queremos olvidar que esta fue una ciudad obrera y, como tal, conflictiva", subraya Alfredo Rubio, que participó en la elaboración del primero PGOU de la democracia, el de 1983. Recuerda su asombro al descubrir numerosas joyas arquitectónicas y urbanísticas de la ciudad, como el garaje Las Delicias, uno de los mejores baños de España, posteriormente convertidos en cuadrilátero de boxeo y luego en aparcamiento. Reinoso, que realizó su tesis doctoral sobre el asunto, cree que ese espíritu urbanístico de primar la escalas intermedia se perdió en la década de los 70 y está costando mucho recuperarlo. Ninguno de los autores ve paralelismos entre el exitoso modelo de Ciudad Jardín y los modernos barrios de VPO, como Soliva: "Una calle con casas. La ciudad es otra cosa".

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