jueves, 29 de septiembre de 2011

El valor de la arquitectura (La Opinión)


Somos una especie simbólica, por eso una casa no es solo una casa, es un mensaje de quien la habita







IÑAKI PÉREZ DE LA FUENTE Es curioso el valor que le damos a las cosas. Los diamantes son hermosos, aunque su valor de cambio es desproporcionado a su utilidad real. Este mineral compuesto de carbono, como el grafito de los lápices, es gracias a su escasez, al mensaje de poder que transmite su posesión y sobre todo al acuerdo del juego de ofertas y demandas, un material surrealistamente valorado. Nuestra especie cartografía con significados la realidad que le rodea en una explicación tranquilizadora y a nuestra medida del mundo que habitamos. Somos una especie simbólica, por ello muchas veces valoramos las cosas, no por lo que son, sino por el significado que les damos.

La arquitectura comparte también con la materia, esta naturaleza simbólica. Una casa no es solo una casa, es un mensaje de quien la vive; su arquitectura habla también de la prosperidad de los tiempos en que se construyeron, y de la seguridad y confianza de sus ciudades. Junto a este valor simbólico, predomina su utilidad primera y fundamental de dar cobijo al hombre y proteger sus distintas actividades como individuo y como sociedad. La arquitectura es un extraordinario exoesqueleto que nos permite superar nuestra limitada biología. Somos la especie animal más extendida del planeta gracias al invento de la Arquitectura, capaz de cubrir nuestras limitaciones ante cualquier climatología y geografía, transformando y adaptando el medio natural a nuestras necesidades.

Mies Van der Rohe decía que la arquitectura empezaba «en el preciso momento que un ladrillo se colocaba con esmero junto a otro». Un poco de barro cocido y el cuidado y respeto en su manipulación pueden hacerla brotar. En Arquitectura, como en tantas cosas, el valor depende de nosotros, de la entrega y cariño de los arquitectos, constructores, gobernantes y usuarios, y del respeto mutuo entre ciudadanos, y propio como sociedad. El principal material somos nosotros, y como tantas veces ha recordado Luis Fernández-Galiano citando a Winston Churchill: «We shape our buidings, and thereafter they shape us». Por eso, el valor de la Arquitectura lo da el valor de las ideas puestas al servicio de una vida mejor y el valor que sepamos ponerle todos, en el empeño apasionado de su realización.

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