lunes, 22 de diciembre de 2008

Vivir en 30 metros cuadrados (SUR)

La Opinión de Málaga visita a tres jóvenes para conocer de primera mano las ventajas e inconvenientes de vivir en ´minipisos´. La rápida limpieza de la casa, el mayor beneficio

Decía María Antonia Trujillo, ex ministra de Vivienda: "La dignidad de un piso no se mide por los metros cuadrados". Lo dijo hace tres años, cuando se redactó el Plan de Vivienda 2005-2008 que contemplaba la disminución del tamaño mínimo de las viviendas protegidas hasta los 30 metros cuadrados.
A partir de ese momento los ´minipisos´ hacían su aparición en el panorama actual de viviendas y las diferentes posturas no se hicieron esperar. Los detractores afirmaban que vivir en 30 metros cuadrados no tenía otro calificativo que "indignante" y que esto sólo serviría para que los promotores se enriquecieran al dividir un piso de 100 metros cuadrados en tres ´minipisos´. Los que estaban a favor destacaban que así se intentaba encontrar soluciones a la necesidad de independencia de los jóvenes y que para ello había que empezar de alguna manera. Sin embargo, existían las reservas al hablar de estas mini viviendas.
Todo sea dicho, ni la dignidad se mide en metros cuadrados ni el Gobierno daba solución a las demandas de los jóvenes. Ni antes, ni ahora. Porque por el momento los ´minipisos´ siguen existiendo en Málaga y para comprobarlo sólo es necesario meterse en la página web de una inmobiliaria. Podemos encontrar pisos de entre 25 a 28 metros cuadrados e incluso de 22.
La pregunta es: ¿Cómo se vive en un piso medio de 30 metros cuadrados? La Opinión de Málaga ha querido conocer el día a día de quienes viven en ´minipisos´ y que sean ellos mismos los que hablen de cómo se organizan y de sus aspectos positivos y negativos: un joven que vive en un piso de 30 metros cuadrados en Benalmádena con su perra, un padre divorciado que mantiene la custodia compartida de sus hijos y que vive en 40 metros cuadrados y una joven que vive de alquiler en su piso de 30 metros cuadrados con su gata.

30 metros
Pablo Díaz lleva seis años viviendo en un piso de Benalmádena que tiene 30 metros cuadrados y todo se ubica en un mismo espacio, excepto el baño. Pablo, profesor en una universidad privada, reconoce que está muy bien en su piso, donde vive con su perra Nikita. "A veces se agobia por el espacio, pero la pequeña terraza alivia mucho. Si no tuviera este espacio extra intentaría buscar otro sitio, sobre todo por la perra", añade.
Sus 30 metros cuadrados se organizan de la mejor manera posible en un espacio en el que predominan las estanterías, los electrodomésticos pequeños y funcionales y, sobre todo, el orden. "Los dos armarios empotrados dan mucha vida y utilizo el baño para colgar la ropa. En estos pisos hay que ser muy funcional", detalla Pablo, de 29 años.
Muchos de sus muebles han sido hechos a medida, cada centímetro es importante. La pequeña mesa del comedor permite que coman cuatro personas, apretados, eso sí. Para encontrar una de las estanterías que divide la vivienda, Pablo tardó cerca de dos meses "porque las medidas debían ser exactas para que me sirviera". Otra de las características del piso de Pablo es la pequeña cocina. Junto a un frigorífico de medidas normales; el horno, el microondas y la freidora se ubican en tres pisos. "La lavadora me costó trabajo encontrarla porque hace seis años no las hacían tan pequeñas", recuerda.
¿Qué es lo peor de no tener espacio? Pablo reconoce que montar y desmontar la cama todos los días se hace un poco pesado y el poco espacio de su casa hace que montar una pequeña fiesta o cena sea algo agobiante. "Una Nochevieja metí en mi casa a doce personas, fue un caos", afirma.
Pablo no duda al decir que a él le gusta su casa, incluso si pensara en trasladarse buscaría algo por el estilo. Las ventajas: "limpias la casa en menos de una hora, lo tienes todo a tu alcance y no tienes una sensación real de agobio. Sin embargo, te das cuenta que es pequeña cuando visitas las casas de otros amigos", añade.

40 metros
"Me gusta mucho la decoración y para diseñar mi casa lo he medido todo al milímetro. La claves es buscar la simpleza e intentar que un espacio pequeño de la sensación de amplitud", afirma Salvador Bonachera, administrativo de 39 años, separado y con la custodia compartida de sus dos hijos de 11 y 8 años. "Mi ex pareja y yo tenemos los hijos una semana cada uno".
Así, que la casa está prácticamente diseñada para ellos. "La casa era de mi abuela y la he reformado completamente para adaptar el espacio para mí y para mis hijos", señala Salvador, quien reconoce que ha cambiado todo lo establecido en cuanto a diseño se refiere. Ejemplo de ello es su propia habitación, donde el orden lógico ha sido cambiado para lograr un mayor aprovechamiento: la cama en una esquina, un enorme armario acristalado para ubicar todas sus cosas y un escritorio "porque necesitaba crear mi propio espacio".
"El cambio fue duro porque pasé de 120 metros cuadrados a 40, pero la verdad es que Ikea ha sido literalmente mi salvación", reconoce divertido Salvador, que muestra orgulloso todas su adquisiciones colocadas con mucho estilo en su piso. "Echas de menos muchas comodidades pero estoy muy orgulloso de la casa que he creado, es mi propio espacio", explica.
La simplicidad es la característica principal de la casa de Salvador, donde existen pocas cosas de cristal que puedan romperse y donde cualquier sofá se convierte en cama. "Aquí han llegado a dormir siete personas sin ningún problema, la clave está en ser práctico".

30 m2 construidos
El estudio de María Victoria Muñoz tiene 30 metros cuadrados construidos, "supongo que útiles serán muchos menos", añade. Su ubicación, en pleno centro, supone un coste añadido al alquiler que debe pagar: 400 euros, pero reconoce que cuando estuvo buscando vio casas mucho más pequeñas y más caras.
"Mientras estudiaba compartía piso pero decidí independizarme porque quería tener mi propio sitio. Ahora vivo aquí con mi gata desde junio y ella a veces sí nota la falta de espacio, aunque tengo la suerte de que el estudio es exterior y entra mucha luz", explica María Victoria. "El piso es antiguo y tiene los techos altos, así que la cocina tiene la parte de arriba amueblada y yo utilizo esta parte para guardar cosas", explica esta joven, que trabaja en el departamento de marketing de una empresa.
La ventaja de la rápida limpieza del hogar también es secundada por María Victoria pero reconoce que los olores de la cocina se expanden por toda la casa, a pesar de tener extractor, por tener como única separación una barra americana. "Las fiestas y cenas en casa tienen un cupo de gente limitado de unas siete personas, básicamente porque no hay más sitio para sentarse", detalla esta chica. "Me lancé a alquilar un piso por la ayuda económica que dan a los jóvenes, pero aún hoy no me ha llegado nada", afirma María Victoria al tiempo que reconoce que esto es sólo una etapa de su vida y que espera poder comprar algo el año que viene si los precios bajan.

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