miércoles, 25 de noviembre de 2009

La crisis se traga el mercado de vivienda de segunda residencia (SUR)

El éxodo de británicos por la devaluación de la libra junto a la crisis que azota a las familias españolas mantiene paralizado a este sector. Las inmobiliarias alertan de que la oferta en venta se ha quintuplicado por la imposibilidad de los dueños de sufragar los gastos de impuestos y comunidad
25.11.2009 -
ALMUDENA NOGUÉS
MÁLAGA

La crisis se traga el mercado de vivienda de segunda residencia
FUGA DE EXTRANJEROS. Muchos foráneos ponen a la venta sus segundas viviendas en la Costa del Sol. SUR
Rocío Tordesillas reside en Madrid, pero presume de ser malagueña de adopción. Apenas tenía cuatro años cuando su abuela materna, Loreto, comenzó a traerle a la Costa del Sol cada verano. La luz, la playa «y los boquerones fritos», como ella misma explica, le cautivaron tanto que ya en su etapa adulta, una vez lograda la estabilidad laboral y familiar, consiguió ahorrar para hacer realidad el que era su sueño: comprarse un pequeño piso en Fuengirola para disfrutar de sus periodos vacacionales. Hoy, 15 años después, el balcón de su apartamento exhibe un vistoso cartel de 'Se vende'. «Lo he puesto en venta con una pena enorme, pero es la única salida. Pago 120 euros de comunidad, más todos los impuestos municipales y con la crisis y mi hijo en paro ya no podemos permitírnoslo», explica Tordesillas.
Su caso es sólo uno más de una larga lista. El mercado de la segunda residencia ha sufrido un acusado descenso en la Costa del Sol debido a la coyuntura económica que afecta tanto a España como a otros países que tradicionalmente han demandado estas viviendas, Reino Unido o Alemania entre ellos.
Los negocios inmobiliarios y los promotores consultados por este periódico coinciden en que, a día de hoy, la demanda de este tipo de pisos prácticamente ha desaparecido. Pero no sólo no se comercializan nuevas unidades. Además, los propietarios que hasta ahora se podían permitir mantener los gastos asociados a estas viviendas para disfrutarlas esporádicamente se están viendo obligados ponerlas en venta o en alquiler para intentar deshacerse de ellas y aliviar así el presupuesto doméstico.
Urbanizaciones del litoral
El escenario que trazan los expertos del gremio del ladrillo desde sus despachos tiene un fiel reflejo a pie de calle. Comprobarlo es tan simple como pasearse por los principales municipios costeros de la provincia y revisar las terrazas de las urbanizaciones cercanas a la playa en las que los letreros para captar a nuevos propietarios se multiplican como setas.
Lejos que da pues la euforia que saboreaba este mercado hace unas décadas. El delegado provincial de la Asociación de Usuarios de Banca (Ausbanc), Alfredo Martínez, recuerda al respecto que estos recintos han sido imanes históricos de extranjeros, nacionales como cordobeses o madrileños o, simplemente, de malagueños que, una vez pagada su primera vivienda, ponían sus miras en un apartamento de esparcimiento en el litoral. «Dichos inmuebles llegaron a consolidarse convirtiéndose en un producto bastante popular entre las familias de clase media. La crisis, sin embargo, ha acabado transformándolos en artículos prácticamente de lujo, inaccesibles para la mayor parte de los hogares», indica este experto.
José Prado, presidente de la Asociación de Constructores y Promotores (ACP), confirma este retroceso y aporta un dato significativo: «En 2006, de las 46.000 viviendas que se visaron en la provincia, el 40% correspondían a segundas residencias adquiridas por autóctonos, nacionales o extranjeros. Hoy, por contra, este porcentaje es tan residual que casi está extinguido», expone Prado al tiempo que lamenta la mala racha que atraviesa el sector inmobiliario. «No sólo estamos tocando fondo, sino que ya vamos por el sótano. El problema es que entre los consumidores no hay confianza y el miedo al futuro y a poder perder el trabajo desanima a los posibles compradores», añade.
En la misma línea, el presidente del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de Málaga, Cayetano Rengel, destaca la caída libre en la que está inmersa la segunda vivienda, un descalabro que cifra en torno al 80%.
«Hace años estas operaciones eran bastante habituales y formaban parte de la rutina de las inmobiliarias, lo que alegraba bastante la actividad. Por desgracia, el mercado ha dado tal giro que en estos momentos estas transacciones son impensables, pese a que hay una mayor flexibilidad de precios y mejores descuentos», cuenta. Y continúa: «El problema es que ha crecido tanto la oferta que hay una competencia brutal, además de que los bancos han cerrado el grifo», apostilla Rengel, quien exige que las administraciones presionen más a las entidades financieras para facilitar el acceso a los préstamos hipotecario, uno de los motores imprescindibles para reactivar el ladrillo.
Impuestos más caros
Preguntadas por los ingredientes que han desencadenado el frenazo en seco del turismo residencial, las fuentes consultadas citan dos motivos fundamentales. Por un lado, la notable bajada del mercado británico por la devaluación de la libra, «que les ha restado un 40% de poder adquisitivo y ha hecho que a muchos ya no les compense vivir en España», destaca el representante de los promotores. Paqui Ojeda, empleada de la Inmobiliaria Playamar, en Torremolinos, suscribe las palabras de Prado. «Buena parte de los que están tratando de vender estas casas son ingleses que antes podían costearse el venir un par de meses a la Costa del Sol y a los que su pensión ya no les da para este tipo de vacaciones», comenta.
El encarecimiento que han sufrido en los últimos años tanto los impuestos municipales como las cuotas de las comunidades de vecinos es el segundo factor que está haciendo mella, como indica Francisco Jiménez, administrador de la inmobiliaria Riviera, en Benalmádena Costa. «Los ayuntamientos cada vez gravan más estas viviendas, con subidas del IBI o de las tasas de basura. La situación es tan dramática que la oferta en venta se ha multiplicado por cinco. En 40 años no he visto nada igual», concluye.

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