viernes, 9 de noviembre de 2007

Una práctica con barreras (SUR)

Estudiantes de Arquitectura se meten en la piel de los discapacitados para analizar los obstáculos urbanos

CONCLUSIONES
Problemas arquitectónicos: Aceras sin vados o muy estrechas, escaleras sin rampa y alcorques sin protección.
Problemas de conservación: Firme en mal estado.
Problemas de accesibilidad: Pasos de peatones sin avisador sonoro, coches en segunda fila, mobiliario urbano en mitad de la calle.

JAVIER Rubia tiene 36 años y desde hace seis, ve el mundo desde una silla de ruedas. Pasear por las calles de Málaga no resulta fácil. Cualquier obstáculo se convierte en una barrera que hace su vida un poco más complicada. Martina Berti no es paralítica ni tiene problemas de visión. Es estudiante de tercero de Arquitectura en la Universidad de Málaga, pero ayer se hizo pasar por una discapacitada para experimentar en su propia piel los problemas a los que se enfrentan cada día estas personas en la ciudad. Cerca de una treintena de alumnos de la asignatura de Urbanística III participaron ayer en esta curiosa iniciativa que llenó el Centro de universitarios en sillas de ruedas, con bastones de invidentes y muletas. Carlos Rosa, profesor de esta asignatura, cree que la mejor forma para que los futuros arquitectos comprendan la importancia de crear una ciudad sin barreras arquitectónicas es que vean los problemas tal y como los sufren a diario los discapacitados. Para ello, en esta propuesta han realizado once recorridos diferentes para observar con lupa gran parte del casco histórico.

Aspectos conflictivos

Bordillos sin vados, mobiliario urbano en mitad de la calzada, aceras demasiado estrechas, desniveles, firme en mal estado, pasos de peatones sin avisador sonoro, acceso sin adaptar a comercios, coches sobre la acera, rampas demasiado empinadas Los alumnos, cámara en mano, han fotografiado los rincones más conflictivos con la idea de analizarlos en clase y ofrecer soluciones. Un trabajo que Carlos Rosa espera que se materialice en una exposición en la que también colaborarán miembros de asociaciones de discapacitados. «Lo importante es que todos colaboremos para intentar encontrar opciones más accesibles para todos en la ciudad», señala. Aunque Rosa reconoce que en los últimos años se ha hecho mucho para adaptar la ciudad para personas con dificultades de visión o movilidad, cree que aún hay temas pendientes y que muchos de ellos pueden solucionarse con una arquitectura más solidaria y concienciada.Frente a los problemas arquitectónicos, los disminuidos también se encuentran con otras barreras cambiantes que dificultan que transiten seguros. A menudo, los coches en segunda fila, las vallas de obra o basura tirada en la calle pueden hacer que tropiecen o que tengan que dar una vuelta demasiado grande.

Alumnos concienciados

Los estudiantes, que se han hecho pasar por ciegos, personas con visión reducida y por discapacitados en silla de ruedas, señalan que, pese a que las calles más transitadas del Centro no plantean muchos problemas, otras menos visibles siguen mostrando deficiencias que, además de a los discapacitados, pueden pasar factura a ancianos. «La mejor forma de conocer los problemas es sufriéndolos», señala Martina Berti, que critica la falta de accesos adaptados en los comercios y las limitaciones que tienen que sufrir los discapacitados por razones arquitectónicas. «La ciudad debería ser de todos», dice. Puede que en el futuro, esta alumna pueda diseñar una calle sin trabas.

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