sábado, 1 de diciembre de 2007

El urbanismo de Málaga se refleja en la calle Andalucía (La Opinión)

La calle Andalucía es un puente entre Gamarra y la Trinidad. Alcanza la calle Eugenio Gross y casi llega a la avenida de Barcelona por el otro lado. La calle elegida por las autoridades para recordar a Andalucía, nuestra comunidad autónoma, se ha convertido en un monstruito urbanístico a lo Frankenstein.No hay nada en esta calle que recuerde a algún paradisíaco lema turístico. En realidad, `ahí estás tú´, amable lector, paseando por la calle Andalucía y es muy probable que en tu persona crezcan los recuerdos claustrofóbicos más tiernos.Hace décadas que en Málaga se impuso el urbanismo norcoreano que hizo trizas, sobre todo, el Oeste de la ciudad. La calle Andalucía es un ejemplo magnífico de este destrozo a lo Kim Il Sung. Para empezar, los coches aparcan sobre las aceras enanas, metiendo el `morro´ hasta casi tocar las tiendas, lo que no pone las cosas muy fáciles al peatón.Pero lo que más atosiga de esta calle estrecha y atiborrada de tráfico es el caos que sobrevuela la cabeza de paseante. La calle Andalucía exhibe al mundo una de las gamas de edificios más variados del planeta, Nueva York incluida. A pesar de sus pocos centenares de metros, encontramos casas mata y bloques de todas las alturas posibles. Da la impresión de que en este rincón de Málaga se ha jugado a la ruleta urbanística y a los constructores les ha tocado alturas diversas, como premio a su apuesta por el caos. De una de estas viviendas asoman unas plantas que caen por la ventana, como queriendo escapar de este `choteo mediterráneo´.Hablamos de ruleta, pero ésta sigue dando vueltas, regalando premios a la ciudad tan discutibles como las torres previstas en los antiguos terrenos de Repsol, demostración palpable, como la calle Andalucía, de que al político malagueño le encanta tropezar en la misma piedra las veces que hagan falta. Para nuestra desgracia son algo masoquistas.Iglesias cableadasOhm Los cables no perdonan a nadie, tampoco a la iglesia de San Pablo, en la Trinidad, que exhibe ejemplares próximos a las boas, sin que nadie haga algo para espantar a estas `fieras´.

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