La crisis inmobiliaria no cesa. Era sólo cuestión de tiempo que una empresa andaluza, la región española donde más ha crecido la actividad de construcción en los últimos años, pasase a engrosar la nómina de compañías sacudidas por el brusco aterrizaje inmobiliario, de la que ya forman parte Astroc, Habitat, Llanera o Colonial.
Evemarina, uno de los mayores grupos inmobiliarios de Andalucía, es el ejemplo más reciente –aunque previsible y lamentablemente no será el último– de que los tiempos de bonanza no duran para siempre y que crecer mucho en muy poco tiempo no es garantía de éxito y aún menos de pervivencia ante un cambio drástico de ciclo. La joven compañía malagueña, fundada en 2001, tiene un pasivo de 300 millones de euros y busca con urgencia una salida a su difícil situación financiera. Divergencias entre los accionistas, el tardío intento de diversificar su negocio y la violenta pérdida de fuelle del mercado de vivienda residencial en la costa, hasta hace poco una vía de crecimiento rápido y muy rentable, han situado a la inmobiliaria en una situación muy compleja. La historia de Evemarina, que recuerda en algunos detalles a la de la valenciana Llanera, refleja a la perfección la evolución de un sector que, en muchos casos, no ha sabido dosificar su espectacular crecimiento y aún menos anticiparse al abrupto giro de tendencia del negocio.
Evemarina, uno de los mayores grupos inmobiliarios de Andalucía, es el ejemplo más reciente –aunque previsible y lamentablemente no será el último– de que los tiempos de bonanza no duran para siempre y que crecer mucho en muy poco tiempo no es garantía de éxito y aún menos de pervivencia ante un cambio drástico de ciclo. La joven compañía malagueña, fundada en 2001, tiene un pasivo de 300 millones de euros y busca con urgencia una salida a su difícil situación financiera. Divergencias entre los accionistas, el tardío intento de diversificar su negocio y la violenta pérdida de fuelle del mercado de vivienda residencial en la costa, hasta hace poco una vía de crecimiento rápido y muy rentable, han situado a la inmobiliaria en una situación muy compleja. La historia de Evemarina, que recuerda en algunos detalles a la de la valenciana Llanera, refleja a la perfección la evolución de un sector que, en muchos casos, no ha sabido dosificar su espectacular crecimiento y aún menos anticiparse al abrupto giro de tendencia del negocio.
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