viernes, 24 de julio de 2009

La leyenda negra urbanística y otras expediciones a las rondas (La Opinión)

Como cientos de ayuntamientos andaluces de todo pelaje político, el de Málaga también necesita unas pautas claras para su crecimiento


ALFONSO VÁZQUEZ La leyenda negra aseguraba que a Felipe II le gustaba vestir siempre de negro por ser un rey severo, asceta y ´pelín siniestro´. Se olvidan los tejedores de la trola de que en el siglo XVI era costumbre guardar un año de luto y que, por desgracia para el monarca, fueron muchos los familiares cercanos que perdió a lo largo de su vida.
La negativa a construir por encima de la ronda Este, que proclama la Junta, también soporta la leyenda negra de que, de esta manera, la malvada Administración autonómica frena la expansión natural y económica de Málaga, como si nuestra ciudad fuera el Océano Atlántico con libertad para extenderse ´hasta el infinito y más allá´ sin más normas que su ´derecho urbanístico a decidir´.
Por suerte para todos, la ciudad tiene unos límites: los que marcan las normas y el sentido común. De la misma forma que es ilógico, provinciano e insensato levantar ´chaleses´ en la última parcela de playa virgen de Málaga, no se sostiene levantar esos mismos ´chaleses´, quizás un poco más caros, en una zona con riesgo evidente de erosión.
Ese es el peligro que tiene construir por encima de la ronda Este: cargarse de por vida un espacio natural por las necesidades económicas de un ayuntamiento. El coste es demasiado alto y si en el futuro hay que construir en áreas parecidas, deberán aplicarse las mismas precauciones.
Por eso, resulta ilógico, provinciano e insensato que nuestro Ayuntamiento aprobara esta semana levantar un hotel justo en la zona en la que, ya se lo han recordado, no puede construir. ¿Rebeldía política, defensa a ultranza frente al enemigo o gamberreo institucional?
En una ciudad que vive de la construcción, quizás resulte una ´herejía´ aplaudir el plan de ordenación del territorio recién aprobado por la Junta para todo el área metropolitana, pero tanto el Ayuntamiento de Málaga como cientos de ayuntamientos andaluces de todos los colores políticos necesitan que alguien les ´meta en cintura´ para que el desarrollo urbanístico no ofrezca a las generaciones futuras ciudades planificadas por alcaldes-promotores deslavazadas y masificadas.
Pero estos alcaldes-promotores surgen, no lo olvidemos, de la falta generalizada de dinero de los ayuntamientos españoles. Hora es ya de que las autonomías, empezando por la Junta de Andalucía, cedan los fondos necesarios a los municipios. Si tardan mucho, continuarán los proyectos insensatos, fruto únicamente de las urgencias financieras del momento.

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