Sebastián Galmés esperaba nervioso las llaves de su vivienda. Como él, otras 55 personas dejan atrás momentos difíciles para disfrutar de un nuevo hogar en las VPO de alquiler en la calle Parras
«Aún no me lo creo, hasta que no me den las llaves no me lo creo», decía Sebastián Galmés, de 74 años, en la puerta de la que es desde ayer su nueva casa. Una vivienda de protección oficial ubicada en la segunda planta del 26 de la calle Parras. El mismo número y el mismo piso en el que vivió en la calle Beatas hasta que el precio del alquiler que pagaba se igualó al de su pensión.
«Se tuvo que venir a vivir conmigo y sus tres nietos porque, además, la casa se le caía encima», comentaba Susana, la segunda de sus cincos hijos, quien se encargó hace siete años de echar la solicitud de la vivienda. La respuesta le vino hace diez días. «Cuando llegué de la compra, pegaron al timbre para entregarme la carta en la que me decían que ya tenía casa», recordaba Sebastián, mientras esperaba el momento de entrar en su nuevo hogar.
Le acompañaban su hija Susana y sus nietos -quienes seguirán viviendo con él- y hasta un regalo para atraer la buena suerte que le hizo una amiga de la familia: una planta, una botella de aceite, otra de vinagre y un paquete de sal. Sólo le faltaba su mujer, Pepita, quien falleció hace siete años, cuando ambos empezaban a soñar con la vivienda que ayer recibió de manos del alcalde, Francisco de la Torre.
«Estas llaves pueden ser un impulso para enfocar el futuro con ilusión y aspirar a que comprar una vivienda y que éstas puedan ser usadas por otros», manifestó De la Torre, durante la entrega de la promoción 'Gota de Leche'.
Un edificio de cuatro plantas con 56 viviendas y 33 aparcamientos con opción a compra a los 25 años. Su construcción le ha supuesto al Instituto Municipal de la Vivienda una inversión de 3,7 millones de euros, incluidos los trabajos arqueológicos realizados tras aparecer varios hallazgos, entre ellos, un horno árabe. «La arqueología ha hecho que se dilatasen las obras, pero ahora estáis sobre una parte de la historia de Málaga», explicó De la Torre a los afortunados.
Como una broma
Sobre este legado histórico vivirá Concepción González, ama de casa de 46 años. «Cuando me lo dijeron ya ni me acordaba, pensé que era una mala broma», comentaba. Y es que en sus siete años de espera su vida ha ido cambiando y también su domicilio. «Menos mal que en la solicitud puse el teléfono de mi madre porque han intentado localizarme en mi antigua dirección y casi me quedo sin casa», explicaba.
Con su marido, José Carlos, en paro por la caída de la construcción y la precoz llegada de su primer nieto, la vivienda no ha podido venir en mejor momento. «Es una auténtico rayo de luz en la época que estamos», decía Concepción, quien ahora sólo piensa en la decoración de su nueva casa. «El otro día me asomé por la ventana y, como mi marido es carpintero, ya he pensado algunas cosas que podría hacer», comentaba.
Una estabilidad de la que también podrá disfrutar Carmen Alcántara. A sus 33 años, ha pasado por varios pisos desde que hace 14 años derribasen su casa familiar en la zona de La Goleta. «De allí me mandaron a La Corta, pero renuncié porque sufrí varios robos y allí no se podía estar», recuerda. Tras vivir varios años de alquiler en Ciudad Jardín, ahora Carmen regresa al barrio donde se crió junto a su madre y donde ahora verá crecer a sus tres hijos con la tranquilidad de no tener que hacer más números de la cuenta para poder llegar a fin de mes.
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