miércoles, 9 de diciembre de 2009

La Catedral de la torre solitaria (La Opinión)

Recientemente, el máximo representante provincial de una importante formación política ha puesto sobre el tapete una cuestión que, desde hace ya más de dos siglos, de una u otra manera, ha estado presente en la conciencia –llegando incluso a formar parte de su propia identidad– de los malagueños: el estado inacabado del edificio de la Catedral de Málaga, simbolizado en su carencia más visible, aunque no única, con respecto al proyecto original, la de la torre sur. La propuesta planteada va encaminada a alentar un debate ciudadano para zanjar, de una vez por todas, el dilema que, de forma más o menos explícita, planea sobre las sucesivas generaciones: culminar el magno edificio o asumirlo plenamente en las condiciones heredadas.
Afectos o no al credo religioso que la inspiró, para todos los ciudadanos, la Catedral es un símbolo indisociable del acervo histórico, cultural y patrimonial de la capital. Creo que casi todos los malagueños, en algún momento de nuestras vidas, nos hemos imaginado cómo luciría el monumento dotado de todos los elementos con los que fue concebido, después de haber desafiado con creces las dimensiones temporales consustanciales a tan colosales construcciones, mucho más allá incluso del horizonte vislumbrado en ´Los pilares de la tierra´, obra de enorme éxito que se ha encargado de recordar cómo funcionan los relojes que marcan el tiempo de las catedrales.
Para muchos, ya en la adolescencia, esa balanza dialéctica se decantó hacia la aceptación de sus déficit arquitectónicos, a adoptar la seo tal como era y la habíamos conocido. En mi caso particular, en esa decantación juvenil tuvo mucho que ver el haber sido seducido por una creencia muy extendida. A comienzos de los años setenta, en el instituto de Martiricos, Agustín Clavijo no sólo nos transmitía la pasión por el arte, estimulándonos a deleitarnos en la búsqueda, contemplación y disección de tesoros artísticos en la quietud del recinto catedralicio, sino que también nos hizo partícipes de una tesis verdaderamente impactante: el edificio de la catedral malacitana no pudo ser concluido porque los fondos asignados fueron destinados a contribuir a la causa de la independencia estadounidense.
Aquel descubrimiento fue algo sensacional, que venía a añadirse, como elemento tangible, a los valores democráticos y liberales asociados a la imagen de esta tierra ("la primera en el peligro de la libertad"). Durante un tiempo, ´La Manquita´ fue una eficaz aliada para sustentar la autoestima como malagueño y contrarrestar el sambenito de dejadez e indolencia que se nos atribuye, grabado también –con alguna que otra dosis de injusticia–, como un estigma invisible pero indeleble, en el escudo de la ciudad.
Después de haber sedimentado esa idea, años más tarde, el desengaño no pudo ser mayor cuando pude constatar, a partir del veredicto de prestigiosos historiadores, que fue la falta de fondos, y no la generosa contribución a la liberación colonial de la hoy primera potencia mundial, la verdadera explicación de que la catedral malagueña sea conocida por aquel calificativo. Más recientemente, en la obra publicada este mismo año por quien durante tres lustros ha sido el Deán de la Catedral, Francisco García Mota, se refrenda inequívocamente esta última tesis: la de la inexistencia de recursos, ante su desvío hacia obras de interés público o social por el Conde de Floridablanca en 1782.

A pesar de esos dictámenes documentados, la errónea suposición no se ha erradicado totalmente, quizás como una muestra de la resistencia de la conciencia colectiva a renunciar a un rasgo que honraba nuestras raíces históricas. Constituye también una prueba evidente del poder de influencia y de arrastre de ideas que a veces se difunden sin base alguna, una vez que logran instalarse en las creencias populares.
No obstante, particularmente para aquellas personas que pudieran considerar que la leyenda comentada se debe simplemente a una exagerada propensión de los malagueños a inventarnos y a creernos algo que nos sea beneficioso, las siguientes palabras, pronunciadas por Richard N. Gardner, ex Embajador de los Estados Unidos en España, en la conferencia que impartió en Málaga, en la sede de Unicaja, el 19 de enero de 1995, pueden ser bastante curiosas: "Tenía mucha ilusión por hacer esta visita… conozco los lazos históricos que unen Málaga con mi país. Una de las primeras cosas que hice al llegar aquí fue hacer una visita rápida a la Catedral. Quise confirmar que una de sus torres está, efectivamente, inacabada. He hecho referencia muchas veces a la torre inacabada de la Catedral de Málaga como uno de los más vivos recuerdos del apoyo de España durante nuestra Guerra de la Independencia. Como saben los malagueños, los fondos asignados para terminar la construcción de la Catedral fueron desviados para financiar campañas contra los británicos en el sudeste de mi país". A tenor de un reconocimiento tan distinguido y cualificado como el anterior, cuando menos habría que descubrirse ante la enorme eficacia en la propagación y calado de la idea.

Por una razón o por otra, aunque fundamentalmente por la exhibición de una singularidad honrosa, siempre he tenido la percepción, posiblemente equivocada, de que los malagueños preferían preservar su Catedral como obra (aparentemente) inacabada, después de haberse forjado una personalidad propia que le permitía prescindir de nuevos apéndices y elementos ornamentales.
Considero igualmente, también como simple intuición, que, sin mermar la atención hacia los grandes proyectos estratégicos de futuro, a los malagueños les gusta debatir acerca de la apariencia de la Catedral y, en su caso, se prestarían a participar en una eventual decisión al respecto. Tal vez incluso algunos propondrían añadir una tercera opción, la de dedicar los potenciales recursos disponibles a alguna nueva causa de justicia en algún lugar del mundo, para así reivindicar su consideración como catedral solidaria de la torre solitaria. Por si acaso, conviene no olvidar la advertencia del Embajador estadounidense en la mencionada conferencia: "Vistas nuestras actuales dificultades presupuestarias, les puedo asegurar que no he acudido aquí para anunciar el pago de aquel préstamo con intereses".

*Catedrático de Hacienda Pública de la Universidad de Málaga


No hay comentarios:

Publicar un comentario