El Consistorio estudia expropiarlo para mantener el museo y destinar el resto a oficinas municipales
El convento del Císter pasará casi con toda seguridad a manos del Ayuntamiento una vez que sea definitivamente abandonado por las monjas. Un día después de que se materializara el inminente traslado de estas religiosas con la mudanza de sus pertenencias a un monasterio de La Rioja, el Consistorio anunció que estudia su expropiación con un doble objetivo. Por un lado, hacerse con el edificio en el que se alberga el museo de piezas de arte sacro que quedan bajo su tutela gracias al convenio que firmó el equipo de gobierno en 2004 con las madres cistercienses y, por otro, disponer del resto de dependencias que dejan las religiosas para destinarlas a uso municipal.
Así, la intención del Ayuntamiento pasa por hacerse con todo el complejo de lo que hasta ahora ha sido la Abadía de Santa Ana, que abarca desde la calle Císter hasta la de Marquesa de Moya. Según fuentes consultadas por este periódico, al margen del museo de arte sacro -que permanecerá abierto pese a la marcha de las monjas-, el convento se destinará a uso administrativo. En concreto, barajan que albergue los servicios de la concejalía de Turismo, desplazada provisionalmente al Palacio de Ferias, y también la Oficina de Rehabilitación del Centro Histórico, que está de alquiler en la calle Bolsa.
El Consistorio también había planteado que esta oficina se ubicara en una promoción de viviendas que va a realizar en la plaza que conectará las calles Granada y Alcazabilla, dentro del llamado Plan de la Judería. No obstante, en el convento dispondría de un espacio más amplio para albergar a sus funcionarios.
Cofradía del Sepulcro
Lo que no ocupará el Ayuntamiento es la iglesia del monasterio. Según las fuentes, no está claro si este templo pasará a manos del Obispado o si, por el contrario, seguirá siendo propiedad de la orden cisterciense. En cualquier caso, la Cofradía del Sepulcro, con sede en la parroquia de los Santos Mártires, tiene intención de poder establecerse en ella para rendir culto a sus titulares en un lugar próximo a su casa hermandad, ubicada en la calle Alcazabilla. «Nuestra intención es hacernos presentes allí de forma permanente, por lo que vamos a intentarlo», señaló su hermano mayor, José María Souvirón.
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