miércoles, 27 de mayo de 2009

El mundo tras el cristal (SUR)

El historiador Gonzalo Fernández-Prieto hace su sueño realidad y convierte la posada de San Felipe Neri en un Museo del Vidrio con piezas de su colección 
El mundo tras el cristal
En el museo se exponen piezas de cada época./ ANTONIO SALAS
Lo suyo fue un flechazo. Gonzalo Fernández-Prieto no tenía ningún vínculo con Málaga, pero un buen día, llegó y se enamoró de ella. En concreto, de un barrio y, sobre todo, de un edificio: la antigua Posada de San Felipe Neri, en calle Gaona. No estaba precisamente en su mejor momento, así que este historiador madrileño luchó por mantenerlo en pie. Ocho años de trabajo le ha llevado. Pero, al final, lo ha conseguido. Ha convertido en museo aquella antigua casa de clase media del siglo XVIII y la ha llenado de vida con sus obras: unas setecientas de las casi 3.000 que componen su colección. Ahora se pueden ver en este recién nacido Museo del Vidrio y Cristal de Málaga, que ayer vivió su inauguración oficial pero que abrirá sus puertas al público en septiembre con un repertorio de piezas que recorren desde el siglo V antes de Cristo hasta nuestros días.
Entre ellas, destaca una bandeja romana verde datada en los siglos I y II, una copa de cristal de Lieja del siglo XVII o diversas vidrieras, como una inglesa de Melpomene (1880), firmada por Athur-Louis Moore (1849-1939). Sin olvidar una representación de vidrio catalán del siglo XVI -«tan importante como el veneciano», aseguró- o de cristal de camafeo, una modalidad basada en varias capas de color que inventaron los romanos y que recuperaron los británicos en la época victoriana.
No obstante, su favorito es un 'oinoche' del mediterráneo oriental del siglo V antes de Cristo. «Es extremadamente rara porque se trata de un vidrio muy difícil de encontrar», observaba ayer el coleccionista, afincado actualmente en Londres, donde se dedica a la rehabilitación de barrios.
De Roma a la Edad Media
Y es que el museo no sólo se plantea como un espacio expositivo, sino también como un recorrido histórico. Estructurado en dos plantas, se divide en ocho salas en las que se pueden ver desde las piezas más antiguas como el vidrio romano, musulmán y medieval hasta las vidrieras y espejos representativos de cada época.
Pero, además, el centro acoge otras obras decorativas, como mobiliario y retratos artesanos. Por ejemplo, un aparador de George III, una butaca flamenca y una cómoda francesa de marquetería son algunos de los muebles del siglo XVI, XVII y XVIII.
Para Fernández-Prieto, el único inconveniente es el «reducido» espacio del que dispone. Por lo demás, el edificio es «una maravilla porque pertenecía a la clase media y es ya de las pocas que hay en el sur de España». «No queremos perder el sabor de la casa», advirtió el propietario del museo, que colecciona vidrio desde que tenía ocho años. De hecho, en su opinión, «el coleccionismo es como una enfermedad».
En este sentido, no entiende que muchos 'colegas' no compartan sus colecciones. «Lo ideal sería que todas se mostraran al público», consideró, convencido de que las obras que trae a Málaga «son de digna mención». Y su intención es ir a más. «Mi idea es que este museo sirva para crear industria», anunció el historiador, recordando el hecho de que el museo se ubica justo en lo que fue un barrio industrial y artesanal a lo largo de la historia. Para prueba, los hornos de la época almohade descubiertos en la zona, que podrían formar parte del Museo del Vidrio.
De momento, se conformaría con que su iniciativa animara a poner en marcha un taller de cristal en la ciudad. Y, sobre todo, que el «museo se extienda».
Cuenta con el respaldo del alcalde, Francisco de la Torre, que asistió a la inauguración. El primer edil confirmó que el Consistorio ayudará al coleccionista para que «sea una realidad lo más espléndida posible». «Estoy seguro de que este museo será un impulso muy importante para la rehabilitación del barrio», añadió.
Para expertos
Tras la apertura oficial, destinada a iniciar su promoción, los responsables del museo dedicarán ahora los siguientes meses a su difusión, dirigiéndose especialmente a los expertos en la materia, según Fernández-Prieto, que quiso incidir en que el edificio «pertenecerá siempre al barrio de San Felipe, no hay ningún propietario». Para ello se acordará «el modo legal adecuado», indicó.
Hasta el próximo mes de septiembre el museo permanecerá abierto para estudiosos, ya que aún hace falta «un poco más de tiempo para tenerlo todo preparado para que el público en general pueda visitarlo», precisó el especialista madrileño, que confesó haber «peleado mucho y gastado lo que no tenía» para levantar este museo, que, según dijo, «no es un negocio sino un sueño».
No hay que olvidar su «historia de amor» con Málaga, en la que ve un gran potencial. «Tiene algo que la hace única: su pintura mural, que merecería un museo al aire libre», subrayó el historiador.

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