miércoles, 4 de marzo de 2009

Dos casas sin protección pero salvadas del derribo (La Opinión)

Tiene que venir un promotor de Granada para subirnos los colores y reclamar más protección arquitectónica en el Centro de Málaga

ALFONSO VÁZQUEZ Málaga, al contrario que la energía, suele crear, destruir y si acaso, transformar, por eso el pasado fin de semana, en el suplemento de negocios, un promotor granadino lamentaba el modesto nivel de protección arquitectónica que tiene nuestro Centro.
Puso varios ejemplos reales (e increíbles), uno de ellos, una casa en la calle Molinillo del Aceite que no aparece en el catálogo de edificios protegidos del Centro. De haber seguido los dictámenes municipales, hoy sería una montaña de escombros.
El inmueble, con permiso de derribo, tiene una artística verja que recuerda a la del Colegio de Economistas y da paso un fastuoso patio con columnas, protegido por un lucernario y con una preciosa pila en una esquina. Por cierto, el artesonado de una de las habitaciones que da al patio es de escándalo. Da la impresión de que el inmueble fue propiedad de los jesuitas, no sólo por el escudo de la Compañía a la entrada, sino por los azulejos característicos, que este promotor ha conservado, y que pueden encontrarse en otros edificios de la orden.
El mismo interés por salvar edificios ´de la quema´ ha mostrado con otra casa, al comienzo de la histórica calle Álvarez, la del gobernador-promotor del XIX. La vivienda, de impresionante aspecto, estaba ´condenada´ al carecer de protección pero este hombre le ha ´regalado´ una rehabilitación por dentro y por fuera.
Resultará paradójico en esta Málaga que se sigue mostrando entre irónica y despectiva con los ´conservacionistas´, pero el interés de este promotor por salvaguardar las viviendas que merecen la pena le está ayudando a capear bien la crisis.
Hay muchos clientes que siguen buscando, en el Centro Histórico productos de calidad y viviendas antiguas bien rehabilitadas.
También es paradójico que un promotor de la ciudad vecina nos llame la atención y defienda que no siempre hay que limitarse a dejar en pie una fachada, como si estuviéramos en ´Bienvenido Mr. Marshall´. Pero estas opiniones siguen resultando hirientes en una provincia acostumbrada al negocio ´a gran escala´, sin importar mucho lo que haya que arrasar y en la que sigue encontrándose dinero, sino ya bajo las piedras, bajo algunos colchones.
Algo de impronta civilizadora nos ha traído la Unión Europea con los dineros para montar la Oficina de Rehabilitación del Centro, pero necesitamos personas como este granadino que nos saquen los colores de vez en cuando. Con estos dos edificios sin protección y recuperados, ya merece nuestro agradecimiento.
No se trata de convertirnos de la noche a la mañana en ´radicales´ de la protección, pues como ironizaba con razón un ex concejal de Urbanismo, de funcionar así no se habría podido hacer la calle Larios, pero entre los extremos siempre se puede elegir una vía intermedia que los malagueños nos negamos a tomar si no es con el apremio de la autoridad.

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