martes, 26 de enero de 2010

La crisis trunca la operación inmobiliaria más cara de EEUU (La Opinión)

Los compradores del complejo más caro de la historia, lo ceden a los acreedores por no poder pagar la deuda


Las firmas dueñas de dos grandes complejos de viviendas en Nueva York han decidido ceder su control a los acreedores y poner así fin a la mayor operación inmobiliaria de Estados Unidos, ha informado la prensa local.

Tishman Speyer -propietario también del rascacielos Chrysler y del Rockefeller Center de Nueva York- compró en 2006 junto a BlackRock los complejos residenciales Peter Cooper Village y Stuyvesant Town por 5.400 millones de dólares, hasta entonces propiedad de la aseguradora MetLife.

Aquella operación inmobiliaria fue la más elevada realizada hasta entonces en Estados Unidos, pero con el estallido de la burbuja financiera e inmobiliaria los compradores se han visto incapaces de hacer frente a la devolución del crédito que pidieron para financiarla.

Los dos complejos residenciales, que ocupan unas 32 hectáreas de superficie al este de la Primera Avenida de Manhattan (entre las calles 14 y 23), forman el mayor conjunto de apartamentos de la isla, con 11.227 viviendas repartidas en 110 edificios.

Los edificios fueron construidos en 1947 para albergar a los veteranos de la Segunda Guerra Mundial y desde entonces han estado habitados en su mayor parte por familias de clase media y trabajadora, aunque las compañías compradoras querían reformar parte de las viviendas para que fueran ocupadas por inquilinos de clase alta.

Las empresas compradoras tomaron la decisión de ceder su propiedad a los acreedores después de admitir que no pueden hacer frente a la deuda de 4.400 millones de dólares que contrajeron para financiar la adquisición, explica hoy en su portada el diario The Wall Street Journal.

El rotativo financiero agrega que Tishman y BlackRock han tratado sin éxito durante meses de reestructurar la deuda, en momentos en que la economía de Nueva York se ha debilitado y han mermado los precios de los alquileres y la demanda de apartamentos de alta calidad.

Los dueños de los conjuntos residenciales señalaron en un comunicado que recoge The New York Times que trataron de negociar "de buena fe" una reestructuración de la deuda, pero en los últimos días pareció evidente que "la única alternativa viable a la bancarrota sería transferir el control y la operación de la propiedad, de forma ordenada, a los prestatarios y sus representantes".

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